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Miquel rating:
8
7.6
3,102
Romance. Drama
The last of Rohmer's "Six Moral Tales". Frederic leads a bourgeois life; he is a partner in a small Paris office and is happily married to Helene, a teacher expecting her second child. In the afternoons, Frederic daydreams about other women, but has no intention of taking any action. One day, Chloe, who had been a mistress of an old friend, begins dropping by his office. They meet as friends, irregularly in the afternoons, till ... [+]
Language of the review:
- es
May 16, 2009
76 of 82 users found this review helpful
Sexto y último film de la serie “Los cuentos morales”, de Éric Rohmer (Nancy, 4-IV-1920). El guión es original del propio Éric Rohmer. Se rueda en escenarios reales de París y en estudio. Producido por Pierre Cottrell y Barbet Schroeder para Les Films du Losange, se estrena el 29-IX-1972 (Francia).
La acción dramática tiene lugar en Paris entre enero y mayo de 1972. Frédéric (B. Verley) es un joven abogado, casado felizmente con Hélène (F. Verley). Son padres de una niña y esperan el nacimiento del segundo hijo. Viven en la periferia de Paris en un barrio de profesionales de clase media. Frédéric trabaja en Paris, donde comparte despacho con Gérard (Ceccaldi). Un día recibe la visita inesperada de Chloe (Zouzou), antigua novia de un amigo, a la que no veía desde hacía 6 años. Frédéric es serio, formal, responsable, constante y leal. No ha engañado nunca a su mujer. Es aficionado a la lectura, le encanta la ciudad (que le relaja y le permite ensimismarse en sus pensamientos) y trata de enriquecer su vida rutinaria fantaseando con las mujeres hermosas que ve por la calle. Chloe es inestable, impulsiva, voluble, sensual, atractiva, frágil, voluntariosa, seductora y de ideas muy liberales sobre el amor y el sexo. Cree en el amor libre, cambia de pareja con frecuencia y quiere un hijo sin padre, que sea sólo suyo. Piensa que la poligamia sucesiva es un derecho natural del varón y que la poliandria sucesiva es el derecho equivalente de la mujer.
El film suma al drama elementos de romance, comedia y fantasía. Analiza el amor de pareja estable después de 3 o 4 años de vida en común. Desarrolla un análisis tranquilo, sereno, natural y desapasionado. La vida rutinaria de una pareja estable no es ni un paraíso de felicidad, ni una vida de muerte en vida. De igual modo, la vida de parejas efímeras y sucesivas, basadas en el amor libre y la ausencia de compromisos, no colma las ansias humanas de felicidad, ni es la solución óptima y válida para todos. Frédéric cree que la fidelidad es importante en la pareja y que vale la pena luchar por ella. Los sacrificios que exige se ven sobradamente compensados por sus ventajas. Chloe desprecia la vida tranquila y rutinaria de la pareja burguesa y cree en la superioridad de la vida bohemia y de las experiencias sexuales múltiples.
La narración se hace desde el punto de vista de Frédéric, al que corresponden los papeles de protagonista masculino y narrador. La acción avanza a impulsos de pequeños detalles y de situaciones comunes, exentas de connotaciones altisonantes o exageradas. Con la ayuda de unos personajes complejos y en parte contradictorios, de gran densidad psicológica, el realizador compone una interesante y bien elabora exploración interior de los mismos. Sus relaciones evolucionan y avanzan con suave gradualidad y profundidad.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en Paris entre enero y mayo de 1972. Frédéric (B. Verley) es un joven abogado, casado felizmente con Hélène (F. Verley). Son padres de una niña y esperan el nacimiento del segundo hijo. Viven en la periferia de Paris en un barrio de profesionales de clase media. Frédéric trabaja en Paris, donde comparte despacho con Gérard (Ceccaldi). Un día recibe la visita inesperada de Chloe (Zouzou), antigua novia de un amigo, a la que no veía desde hacía 6 años. Frédéric es serio, formal, responsable, constante y leal. No ha engañado nunca a su mujer. Es aficionado a la lectura, le encanta la ciudad (que le relaja y le permite ensimismarse en sus pensamientos) y trata de enriquecer su vida rutinaria fantaseando con las mujeres hermosas que ve por la calle. Chloe es inestable, impulsiva, voluble, sensual, atractiva, frágil, voluntariosa, seductora y de ideas muy liberales sobre el amor y el sexo. Cree en el amor libre, cambia de pareja con frecuencia y quiere un hijo sin padre, que sea sólo suyo. Piensa que la poligamia sucesiva es un derecho natural del varón y que la poliandria sucesiva es el derecho equivalente de la mujer.
El film suma al drama elementos de romance, comedia y fantasía. Analiza el amor de pareja estable después de 3 o 4 años de vida en común. Desarrolla un análisis tranquilo, sereno, natural y desapasionado. La vida rutinaria de una pareja estable no es ni un paraíso de felicidad, ni una vida de muerte en vida. De igual modo, la vida de parejas efímeras y sucesivas, basadas en el amor libre y la ausencia de compromisos, no colma las ansias humanas de felicidad, ni es la solución óptima y válida para todos. Frédéric cree que la fidelidad es importante en la pareja y que vale la pena luchar por ella. Los sacrificios que exige se ven sobradamente compensados por sus ventajas. Chloe desprecia la vida tranquila y rutinaria de la pareja burguesa y cree en la superioridad de la vida bohemia y de las experiencias sexuales múltiples.
La narración se hace desde el punto de vista de Frédéric, al que corresponden los papeles de protagonista masculino y narrador. La acción avanza a impulsos de pequeños detalles y de situaciones comunes, exentas de connotaciones altisonantes o exageradas. Con la ayuda de unos personajes complejos y en parte contradictorios, de gran densidad psicológica, el realizador compone una interesante y bien elabora exploración interior de los mismos. Sus relaciones evolucionan y avanzan con suave gradualidad y profundidad.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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Spoiler:
Chloe apela a la camaradería y Frédéric a la amistad, Chloe desea conseguir lo que no tiene y Frédéric se siente tentado, Chloe trata de seducirlo y Frédéric se ve enfrentado a un dilema moral. Los diálogos son realistas, verosímiles y de una frescura sorprendente. Como en los otros films de la serie, la historia enfrenta a un hombre con dos mujeres: mientras busca a una, encuentra a la otra. El deseo es, en éste y en otros films de Rohmer, el móvil de la acción.
El título del film hace referencia a dos hechos a la vez: al amor de pareja tras varios años de convivencia, cuando se apaga el deseo y se impone la rutina, y al amor de la tarde (habitualmente disimulado y oculto) que se suele dar asociado a relaciones adúlteras con amantes o prostitutas de día.
Son escenas memorables la del ensueño de Frédéric en el que desfilan las heroínas de los tres films anteriores de Rohmer (François Fabian, Marie-Christine Barrault, Haydée Politoff, Aurora Cornu, Laurence de Monaghan y Béatrice Romand), las fantasías humorísticas de conquistador y rompedor de corazones, el monólogo en el que Frédéric hace el elogio de Paris, una magnífica escena de reconciliación y otras.
El film propone una reflexión sobre la fidelidad conyugal en tiempos del amor libre, sobre la aventura extraconyugal, sobre los valores de la pareja estable (mal llamada burguesa) y sobre los valores de la vida sexual libre y sin pareja. El realizador demuestra su afición a los libros, el lenguaje, los idiomas (fue profesor de inglés en Vierzon), la palabra, la conversación y el debate. Exhibe su amor a París y su complacencia por la vida en la gran ciudad. Deja constancia de su afición a la pintura y de su preferencia por artistas plásticos como Miró e Ingres. El desnudo de Chloe recostada reproduce y homenajea al cuadro “La gran odalisca” (1814) (Museo del Louvre), los besos de Frédéric a Hélène evocan el cuadro “Paolo y Francesca” (1819) (Museo de Angers, Anjou) y el desnudo de espaldas de Chloe se inspira en el cuadro “La bañista de Valpinçon” (1808) (Museo del Louvre), del pintor neoclásico francés Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867).
La banda sonora, breve y escasa, presenta la música singular y experimental de Arié Dzierlatka (“Mi tío de América”, Resnais, 1980). La fotografía, de Néstor Almendros, en color, hace uso de ángulos de cámara fijos, encuadres precisos, imágenes urbanas soberbias, encuadres a media distancia y una estética sobria, realista y clasicista.
El título del film hace referencia a dos hechos a la vez: al amor de pareja tras varios años de convivencia, cuando se apaga el deseo y se impone la rutina, y al amor de la tarde (habitualmente disimulado y oculto) que se suele dar asociado a relaciones adúlteras con amantes o prostitutas de día.
Son escenas memorables la del ensueño de Frédéric en el que desfilan las heroínas de los tres films anteriores de Rohmer (François Fabian, Marie-Christine Barrault, Haydée Politoff, Aurora Cornu, Laurence de Monaghan y Béatrice Romand), las fantasías humorísticas de conquistador y rompedor de corazones, el monólogo en el que Frédéric hace el elogio de Paris, una magnífica escena de reconciliación y otras.
El film propone una reflexión sobre la fidelidad conyugal en tiempos del amor libre, sobre la aventura extraconyugal, sobre los valores de la pareja estable (mal llamada burguesa) y sobre los valores de la vida sexual libre y sin pareja. El realizador demuestra su afición a los libros, el lenguaje, los idiomas (fue profesor de inglés en Vierzon), la palabra, la conversación y el debate. Exhibe su amor a París y su complacencia por la vida en la gran ciudad. Deja constancia de su afición a la pintura y de su preferencia por artistas plásticos como Miró e Ingres. El desnudo de Chloe recostada reproduce y homenajea al cuadro “La gran odalisca” (1814) (Museo del Louvre), los besos de Frédéric a Hélène evocan el cuadro “Paolo y Francesca” (1819) (Museo de Angers, Anjou) y el desnudo de espaldas de Chloe se inspira en el cuadro “La bañista de Valpinçon” (1808) (Museo del Louvre), del pintor neoclásico francés Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867).
La banda sonora, breve y escasa, presenta la música singular y experimental de Arié Dzierlatka (“Mi tío de América”, Resnais, 1980). La fotografía, de Néstor Almendros, en color, hace uso de ángulos de cámara fijos, encuadres precisos, imágenes urbanas soberbias, encuadres a media distancia y una estética sobria, realista y clasicista.