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Miquel rating:
7
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Drama
Bunuel brings his fresh and inventive eye to this impish drama which focuses on a beautiful woman whose overt sexuality causes havoc among a group of men -- revealing the weaknesses in their moral fiber. The gorgeous Susana has sinned, and as punishment, remains locked in a reformatory. Unaccountably terrified by the school's surroundings, she beseeches God for help. And God does appear to come to her aid, for when Susana tries to pry ... [+]
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- es
February 7, 2009
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Film realizado por Luis Buñuel (1900-83) por encargo de Sergio Kogan para lucimiento de su pareja, la actriz Rosita Quintana. El guión, de L. Buñuel y Jaime Salvador, con diálogos adicionales de Rodolfo Usigli, desarrolla un argumento de Manuel Reachi. Se rueda durante 20 días, en julio de 1950, en escenarios reales y en estudio. Producido por Sergio Kogan para Internacional Cinematográfica/Columbia, se estrena el 11-IV-1951 (Méjico).
La acción dramática tiene lugar en el Reformatorio Nacional de Méjico y en un rancho propiedad de una familia acomodada, estable y pacífica. Una noche de tormenta, la joven Susana, interna desde hace 15 años en el Reformatorio Nacional, es encerrada en una celda de aislamiento, de la que logra escapar por sus medios. No lejos del lugar es acogida por la familia de don Lupe (Soler) y doña Carmen (Palou). Dada su simpatía, diligencia y gracia natural, se enamoran de ella en pocos días Jesús (Mendoza), el capataz; Alberto (Somoza), el hijo; y el propio don Guadalupe. Susana, de 20 años, es huérfana, carece de familia, tiene carácter y ansía ser libre. No se adapta a las condiciones de vida de un correccional dominado por la violencia, los castigos inhumanos, el trato autoritario y la ausencia de relaciones de afecto.
El film suma un agitado melodrama y una comedia ácida, irónica y mordaz. Pese a la penuria de tiempo que preside su producción y la relativa escasez de medios, Buñuel presenta un intenso y eficaz despliegue de habilidades. Extrae de un reparto reducido actuaciones convincentes y sugerentes, que culminan en dos actuaciones notables, las de Fernando Soler y Rosita Quintana. Desarrolla una narración austera y sobria, exenta de complicaciones y adornos innecesarios, que cautiva y retiene la atención del espectador. Dota al film de vigor narrativo y de belleza visual.
El tratamiento del erotismo se mueve en el terreno de lo sugerido y sobreentendido, con exclusión de imágenes subidas de tono. La escena en la que Susana enseña la herida en la pierna a don Lupe es rápida, distante y fría. El encuentro de Susana con Alberto en el pozo es más sugerente como evocación del juego infantil del escondite que como encuentro erótico. El intento de doña Carmen de castigar con unos latigazos a Susana por el revuelo que los hombres del lugar han montado a su alrededor está sólo esbozado e insinuado.
La condición de joven devoradora de hombres se ajusta menos a la realidad que la de unos hombres rudos, hambrientos de sexo, deseosos de devorar a la chiquilla. Más que una muchacha falsamente inocente que desencadena pasiones incontroladas y conductas masculinas alocadas, la realidad habla de unos hombres que no saben ni quieren mantener la debida compostura frente a una muchacha atractiva y guapa, que de ningún modo representa al diablo.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en el Reformatorio Nacional de Méjico y en un rancho propiedad de una familia acomodada, estable y pacífica. Una noche de tormenta, la joven Susana, interna desde hace 15 años en el Reformatorio Nacional, es encerrada en una celda de aislamiento, de la que logra escapar por sus medios. No lejos del lugar es acogida por la familia de don Lupe (Soler) y doña Carmen (Palou). Dada su simpatía, diligencia y gracia natural, se enamoran de ella en pocos días Jesús (Mendoza), el capataz; Alberto (Somoza), el hijo; y el propio don Guadalupe. Susana, de 20 años, es huérfana, carece de familia, tiene carácter y ansía ser libre. No se adapta a las condiciones de vida de un correccional dominado por la violencia, los castigos inhumanos, el trato autoritario y la ausencia de relaciones de afecto.
El film suma un agitado melodrama y una comedia ácida, irónica y mordaz. Pese a la penuria de tiempo que preside su producción y la relativa escasez de medios, Buñuel presenta un intenso y eficaz despliegue de habilidades. Extrae de un reparto reducido actuaciones convincentes y sugerentes, que culminan en dos actuaciones notables, las de Fernando Soler y Rosita Quintana. Desarrolla una narración austera y sobria, exenta de complicaciones y adornos innecesarios, que cautiva y retiene la atención del espectador. Dota al film de vigor narrativo y de belleza visual.
El tratamiento del erotismo se mueve en el terreno de lo sugerido y sobreentendido, con exclusión de imágenes subidas de tono. La escena en la que Susana enseña la herida en la pierna a don Lupe es rápida, distante y fría. El encuentro de Susana con Alberto en el pozo es más sugerente como evocación del juego infantil del escondite que como encuentro erótico. El intento de doña Carmen de castigar con unos latigazos a Susana por el revuelo que los hombres del lugar han montado a su alrededor está sólo esbozado e insinuado.
La condición de joven devoradora de hombres se ajusta menos a la realidad que la de unos hombres rudos, hambrientos de sexo, deseosos de devorar a la chiquilla. Más que una muchacha falsamente inocente que desencadena pasiones incontroladas y conductas masculinas alocadas, la realidad habla de unos hombres que no saben ni quieren mantener la debida compostura frente a una muchacha atractiva y guapa, que de ningún modo representa al diablo.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
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Spoiler:
Más que una mujer fatal, Susana es una víctima de la sociedad y las instituciones públicas; de unos hombres de campo que anteponen sus deseos de aprovecharse de ella a la obligación de prestarle el auxilio y apoyo que necesita; y de unas mujeres insolidarias y timoratas que la consideran estúpidamente como un peligro para la estabilidad y seguridad propia, de la familia y del grupo social al que pertenecen.
La crítica de Buñuel tiene como foco de atención la debilidad y fragilidad de la familia burguesa, que se viene abajo ante la presencia de una joven mujer traumatizada por 15 años de reclusión en un reformatorio-prisión; sobre la que pende la amenaza de una denuncia y la posibilidad de su regreso forzoso al Centro del que procede; que goza provisionalmente de una libertad robada y frágil; que se halla indefensa ante un grupo de hombres movidos por los instintos y que no razonan. Poca confianza merece, dice Buñuel, una institución que reacciona tan torpemente ante una realidad de tan escasa entidad, como la que aporta la chiquilla. Mucha demagogia debe haber en las palabras convencionales y tópicas sobre el carácter básico de la institución familiar como pieza central de la sociedad y eje de sus relaciones fundamentales.
Buñuel denuncia, además, los errores de las personas acomodadas, burguesas y sometidas a las convenciones sociales. La bondad de don Lupe, la dulzura de doña Carmen, la disciplina de Luis, la aplicación a los estudios de Alberto, son máscaras que ocultan miedos, temores, insatisfacciones, frustraciones e impotencias. No saben resolver sus problemas personales y de grupo. Ante problemas nimios, las reacciones que generan son tumultuosas, conflictivas, de enfrentamientos intestinos y autodestructivas, a causa de los falsos valores que las inspiran, como la codicia, el individualismo, el egoísmo, la insolidaridad, etc.
Con otros medios, Buñuel critica la educación y la asistencia social pública. Lo hace mediante la presencia de la irracionalidad en la celda de castigo de Susana, expuesta con imágenes tan elocuentes como las ratas, la araña, el murciélago, etc. Añade una referencia a las condiciones inhumanas de la celda (humedad, ausencia de luz, frío, abandono...). Sin palabras pone de manifiesto que no existen los milagros: la ventana se desplaza porque no está anclada en la pared.
La música, de Raúl Lavista, ofrece una partitura de composiciones atonales y estridentes, que dan profundidad y fundamento a las denuncias y críticas que el film plantea. La fotografía, de José Ortiz Ramos, en B/N, crea planos y secuencias de notable belleza visual, que con variaciones estilísticas (realismo, expresionismo, clasicismo, costumbrismo...) apoya y refuerza las denuncias del autor.
La crítica de Buñuel tiene como foco de atención la debilidad y fragilidad de la familia burguesa, que se viene abajo ante la presencia de una joven mujer traumatizada por 15 años de reclusión en un reformatorio-prisión; sobre la que pende la amenaza de una denuncia y la posibilidad de su regreso forzoso al Centro del que procede; que goza provisionalmente de una libertad robada y frágil; que se halla indefensa ante un grupo de hombres movidos por los instintos y que no razonan. Poca confianza merece, dice Buñuel, una institución que reacciona tan torpemente ante una realidad de tan escasa entidad, como la que aporta la chiquilla. Mucha demagogia debe haber en las palabras convencionales y tópicas sobre el carácter básico de la institución familiar como pieza central de la sociedad y eje de sus relaciones fundamentales.
Buñuel denuncia, además, los errores de las personas acomodadas, burguesas y sometidas a las convenciones sociales. La bondad de don Lupe, la dulzura de doña Carmen, la disciplina de Luis, la aplicación a los estudios de Alberto, son máscaras que ocultan miedos, temores, insatisfacciones, frustraciones e impotencias. No saben resolver sus problemas personales y de grupo. Ante problemas nimios, las reacciones que generan son tumultuosas, conflictivas, de enfrentamientos intestinos y autodestructivas, a causa de los falsos valores que las inspiran, como la codicia, el individualismo, el egoísmo, la insolidaridad, etc.
Con otros medios, Buñuel critica la educación y la asistencia social pública. Lo hace mediante la presencia de la irracionalidad en la celda de castigo de Susana, expuesta con imágenes tan elocuentes como las ratas, la araña, el murciélago, etc. Añade una referencia a las condiciones inhumanas de la celda (humedad, ausencia de luz, frío, abandono...). Sin palabras pone de manifiesto que no existen los milagros: la ventana se desplaza porque no está anclada en la pared.
La música, de Raúl Lavista, ofrece una partitura de composiciones atonales y estridentes, que dan profundidad y fundamento a las denuncias y críticas que el film plantea. La fotografía, de José Ortiz Ramos, en B/N, crea planos y secuencias de notable belleza visual, que con variaciones estilísticas (realismo, expresionismo, clasicismo, costumbrismo...) apoya y refuerza las denuncias del autor.