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Crackdown rating:
7
Mystery A small-time con-man with passport problems gets mixed up with a gang of world-class jewelry thieves plotting to rob the Topkapi museum in Istanbul. Turkish intelligence, suspecting arms smuggling, gets involved, and under pressure the con-man rises to heights he'd never dreamed of.
Language of the review:
  • es
April 24, 2006
10 of 16 users found this review helpful
Nueve años después de Rififi, la situación de Dassin ha cambiado radicalmente: ha logrado el éxito comercial y el reconocimiento del que se le había privado gracias Nunca en Domingo, y de paso había conocido a la que sería su mujer, la griega Melina Mercouri. Así pues, el tono de su vuelta al atraco perfecto tenía que ser claramente diferente al de su anterior acercamiento, y ya es evidente desde el festín psicodélico de color al inicio del filme, que acto seguido nos presenta a los personajes de Mercouri y Maximilian Schell en un contexto irreal y glamouroso, en completo contraste con el frío realismo de las andanzas de Le Stephanois. Mercouri y Schell planean robar una famosa daga adornada de joyas en el palacio de Topkapi en Estambul (que existe realmente, dicho sea de paso), y para dificultar el cerco policial tras el robo deciden contar con aficionados para llevarlo a cabo, y con un trapicheador inglés de poca monta para transportar el equipamiento de Grecia a Turquía. El pobre diablo es Peter Ustinov, que para su desgracia es detenido en la frontera y obligado a trabajar para la policía en la detención de la banda. La madeja se enreda aún más cuando en el último momento Ustinov debe participar directamente en el robo. Todas las piezas encajan en esta comedia ligera, el inmenso carisma de la Mercouri, la elegancia de Schell (algo desaprovechado, no obstante), el divertidísimo cocinero alcohólico que borda Akim Tamiroff, o un Ustinov que pocas veces ha estado tan adorable como en este film -aparte de seguir robando escenas a sus co-protagonistas, como era habitual-; pero además, Dassin vuelve a organizar la secuencia del atraco como una coreografía, si bien, acorde con el tono del filme, es mucho más exhuberante y espectacular, empezando en el estructurado escape del estadio, y que se vuelve sorprendentemente tensa cuando traslada la acción al tejado del palacio, pero aún manteniéndonos en vilo durante la casi media hora que dura la secuencia, el filme nunca pierde su vocación de aventura ligera, gracias a que los personajes, aunque puedan ser menos interesantes a priori que los de Rififi están mucho mejor definidos, además de interpretados; es fácil ver por qué Ustinov rodó Topkapi en vez de La Pantera Rosa: como en las buenas comedias clásicas el film nunca cae en la tontería o en la sucesión de sketches, y no toma por idiota al espectador. Una delicia, de la que De Palma cogió prestado el clímax para Misión Imposible. Y Peter Ustinov se merecía el oscar, sin duda.
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