Dura, muy dura película la última y parece que merecida ganadora de la palma de oro. Impresionante y sobrecogedor nivel narrativo para una historia aparentemente simple pero que se torna en un impactante y brutal vaivén de escenas con un altísimo nivel de tensión y desasosiego. Usando como telón de fondo uno de los más eternos debates de la sociedad actual, Mungiu nos introduce de lleno en una agonizante historia de supervivencia, en un caótico devenir de acontecimientos rebosantes de agobio y miedo.

Todos estos adjetivos quedan espléndidamente reflejados en el rostro de una descomunal Anamaria Marinca. Todos y cada uno de los innumerables planos fijos, maravillosos e interminables (como el de la cena y el dialogo en el hotel), se apoyan en el impertérrito y desencajado rostro de esta, sumergiendo y haciendo partícipe al espectador de las numerosas y críticas situaciones por las que en prácticamente tiempo real transcurre el devenir de la protagonista.

Una enorme y magnífica sorpresa. Cine necesario y de los que merece mucho la pena.