Cada vez me gusta más el cine francés de los últimos años. Incluso películas no del todo redondas como ésta tiene muchos matices interesantes.
El tema tratado es tabú. Vivimos en una sociedad que glorifica al joven y esconde al viejo. Incluso si hablamos de la vejez en los medios públicos se suele obviar temas como la enfermedad y la soledad. Sin caer en dramatismos extremos Stéphane Robelin reúne a un magnífico reparto coral de ancianos con buena posición económica que vivieron en su juventud los años de la libertad pero que poco a poco se han ido acomodando y viendo cómo las cosas se les ponen muy negras deciden volver a vivir todos juntos.
Me gusta la desdramatización de la película a la hora de afrontar la cercanía de la muerte o la pérdida de la memoria. Es una visión muy real...la convivencia a esas edades con ello es algo inevitable. Y las actitudes de los personajes ante ello me parece bastante correcta. Realmente cuando hablas con personas mayores mantienen una actitud agridulce ante lo que les rodea.
Ante la indiferencia de los hijos de los personajes el joven Daniel Brühl actúa como estudioso y observador. Y así es su personaje en la historia. Un personaje que casi siempre se dedica a escuchar...Pero que aprende bastante de ellos como al final descubrimos.
Me ha encantado ver a Jane Fonda y a Geraldine Chaplin juntas. Sus compañeros masculinos también están maravillosos.
Una película muy agradable