Norman se pasa el tiempo en compañía de su difunta abuela viendo serie B, no es compatible con los críos de su edad ni con su familia, no encajar supone frustración y ello crear un mundo propio basado en un sexto sentido, ParaNorman conoce el mundo de los muertos y es detestado por los vivos, un friki alucinógeno que convence en su propuesta ya vista y que añade el misterio de un pueblo maldito y marcado por la caza de brujas.

Va añadiendo personajes mientras juega con la muerte y se acaba el tiempo criticando a la sociedad actual para ser visible para los adultos, el mundo se quebranta y los muertos vivientes se acercan, Norman vive sometido a un trauma y es el elegido para que los fantasmas cumplan con sus tareas, es el relevo y llega el aniversario, la historia de las siete víctimas no es realmente terrorífica pero sabe modularlas y cambiarlas de bando del bien y del mal.

Un equipo despreciable de jóvenes de diferentes generaciones, incultos, vagos y repelentes cierran el humor tétrico: "nunca he tomado deltoides"..., cambia de escenarios y golpea al populacho, descubre la verdad poniendo a la opinión pública en su sitio, juega con fuego pero definitivamente no sabe quemarse en este cuento de hadas con castigo, la solución, pasar a una hermana que cree en él, al menos no se inventan esa historia de amor convencional.

La unión del grupo no crea vértigo pero tampoco obliga a ir a dormir, un correcalles buscando una tumba sin lograr la épica, una negociación que ya carece de importancia pero que busca y encuentra el cariño y el afecto de quién sufrió y que ahora permite la paz de los muertos y de los vivos.