Parece ser que cuando se va a ver una película de las denominadas "de miedo" la gente va más dispuesta a criticar negativamente la más mínima cosa de ella que a disfrutarla, como que hay ya de antemano una predisposición a echarla por tierra. En este caso también ha sido así. A mí estas películas me suelen gustar, esa adrenalina, esa tensión, el suspense, hacen que este género sea uno de mis favoritos, pero hay que reconocer que pocas veces suelen ser obras brillantes. Tampoco en esta ocasión lo ha sido, pero sí que me he encontrado con un trabajo muy bien realizado y con una película que al final me ha dejado con mal cuerpo. La tensión psicológica es notable y el hecho de que esté libremente inspirada en hechos reales es aún más influyente. Hay que tener en cuenta que la película no está basada 100% en la realidad, por lo que no hay que tener tan en cuenta detalles algo inexplicables de la trama, algo que critican muchos usuarios. Está clarísimo que hay cosas que no vienen a cuento o que no tienen sentido, pero también hay que recordar que es un hecho que ha servido simplemente como inspiración, que lo que el director, de muy buenas maneras, ha querido explicarnos es el sinsentido de la violencia porque sí, de la fatalidad de cruzarte en el camino de estos malnacidos que hacen daño simplemente por hacerlo, porque esa noche en cuestión tu estabas en casa y punto. En cuanto a la fotografía me ha parecido excesivamente oscura, hay momentos en los que es imposible distinguir nada, y en cuanto a las actuaciones, tengo que reconocerle a Liv Tyler, actriz que no me gusta especialmente, que está correcta, pero me quedo sin duda con el guapo Scott Speedman, quién me tenía acostumbrada a verle en papeles de poca monta y que aquí regala una actuación seria y muy creíble.