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floïd blue rating:
4
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September 20, 2019
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Lo propio de un crítico en casos como éste, es empezar hablando por el director, James Gray, y decir algo que ponga en antecedentes al lector. Pues bien, yo no soy crítico pero diré que su anterior trabajo fue “Z. La ciudad perdida”, de hace ya 3 años, que tuve el dolor de ir a ver, y se trataba de una aventurita ambientada en la época colonial que me convirtió el día en un día triste. Un petardo no muy abyecto pero en fin, petardo al fin y al cabo.
¿Qué decir de esta Ad Astra? Pues que el vocablo significa “A las estrellas" y se puede añadir... y más allá, y es otra aventurita pero ésta es espacial, muy adrede para que los críticos que lo estimen oportuno puedan descargar información de todo tipo, datos, comparativas, vocabulario técnico y cinéfilo, y entrar en polémicas científicas e incluso morales. Con Ad Astra queda la impresión de haber visto en efecto, una aventura espacial narrada con ínfulas a lo capitán Willard, a veces con buenos destellos de originalidad y a veces con episodios más propios del género fantasía juvenil.
¿Qué decir de esta Ad Astra? Pues que el vocablo significa “A las estrellas" y se puede añadir... y más allá, y es otra aventurita pero ésta es espacial, muy adrede para que los críticos que lo estimen oportuno puedan descargar información de todo tipo, datos, comparativas, vocabulario técnico y cinéfilo, y entrar en polémicas científicas e incluso morales. Con Ad Astra queda la impresión de haber visto en efecto, una aventura espacial narrada con ínfulas a lo capitán Willard, a veces con buenos destellos de originalidad y a veces con episodios más propios del género fantasía juvenil.
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Spoiler:
En Passengers (2016) Chris Pratt en pleno espacio sideral agarra una puerta de la estación espacial y se enfrenta a un chorro propulsor de un millar (o más) de megatones como si fuera el capitán América y avanzaba sin problemas. Aquí Brad Pitt hace lo mismo con los asteroides que orbitan cerca del proyecto Lima con un panel de hojalata y lo atraviesa como lo haría cualquier árbitro de 3ª que después de pitar el final habiendo hecho que perdiera el equipo local, huyera a la carrera hacia el túnel de los vestuarios atravesando una lluvia de latas, botellas, cabezas de guarro, móviles y demás objetos sólidos. Lo del señor Pitt, comandante estelar, es algo para los anales de la Historia de la Humanidad, una epopeya cósmica alucinante que sobrepasa la imaginación más desbordante posible. Hay que verlo, imaginarlo desde aquí, en la Tierra, sobredimensiona cualquier capacidad intelectual.
También queda para la posteridad y para la acción crítica la persecución lunar que parece una película del género Western con la diligencia a la carrera seguida de un ataque indio a caballo. Increíble. Pero cierto.
Estaremos de acuerdo que estas cosas hay que pasarlas por alto en aras de la diversión, hay que dar manga ancha a la imaginación y aceptarlas para disfrutar, pero el tema falla cuando se relata con toda solemnidad y se quiere dar un aire trascendental a la misión que no se ve con exactitud, y encima se presenta con hechos inexplicables y fuera del contexto científico.
Vemos lágrimas en los ojos por un padre desaparecido que se fue cabreado de casa, inestable emocionalmente, que no tiene más cuento que ese. Desde su retiro ermitaño salen oleadas de nubes de cortocircuitos que afectan a la Tierra gravemente y hay que pararlas, el tío lleva 30 años a ver si descubre OVNIS o seres inteligentes por ahí (no se sabe que más hará en su tiempo libre), y no es capaz de fundir los plomos al proyecto Lima y tiene que ir su hijo a arreglarlo. Mucho sentimentalismo y reproches personales para dar profundidad a la historia, pero poco rigor acompañando, por lo que es difícil que te replantees algo a nivel introspectivo.
Hace falta ser tonto además, porque con sólo ver el telediario se habría enterado que la Armada americana ya ha confesado la existencia de OVNIS (sin salir de la atmósfera) y tienen las pruebas en el Área 51.
Al final es lo de siempre, pero es que los americanos lo tienen ya muy estudiado: emocionar con la mujer desconsolada porque el marido está siempre ausente trabajando fuera de casa. Hay que ser un poco gilipollas porque debería darse cuenta que su marido no es exactamente un viajante de bisutería, sino que se dedica a ir a la Luna, a Marte o a Neptuno, joder. Cásate con un funcionario, coño, y lo verás en casa incluso antes de la salida del trabajo.
También queda para la posteridad y para la acción crítica la persecución lunar que parece una película del género Western con la diligencia a la carrera seguida de un ataque indio a caballo. Increíble. Pero cierto.
Estaremos de acuerdo que estas cosas hay que pasarlas por alto en aras de la diversión, hay que dar manga ancha a la imaginación y aceptarlas para disfrutar, pero el tema falla cuando se relata con toda solemnidad y se quiere dar un aire trascendental a la misión que no se ve con exactitud, y encima se presenta con hechos inexplicables y fuera del contexto científico.
Vemos lágrimas en los ojos por un padre desaparecido que se fue cabreado de casa, inestable emocionalmente, que no tiene más cuento que ese. Desde su retiro ermitaño salen oleadas de nubes de cortocircuitos que afectan a la Tierra gravemente y hay que pararlas, el tío lleva 30 años a ver si descubre OVNIS o seres inteligentes por ahí (no se sabe que más hará en su tiempo libre), y no es capaz de fundir los plomos al proyecto Lima y tiene que ir su hijo a arreglarlo. Mucho sentimentalismo y reproches personales para dar profundidad a la historia, pero poco rigor acompañando, por lo que es difícil que te replantees algo a nivel introspectivo.
Hace falta ser tonto además, porque con sólo ver el telediario se habría enterado que la Armada americana ya ha confesado la existencia de OVNIS (sin salir de la atmósfera) y tienen las pruebas en el Área 51.
Al final es lo de siempre, pero es que los americanos lo tienen ya muy estudiado: emocionar con la mujer desconsolada porque el marido está siempre ausente trabajando fuera de casa. Hay que ser un poco gilipollas porque debería darse cuenta que su marido no es exactamente un viajante de bisutería, sino que se dedica a ir a la Luna, a Marte o a Neptuno, joder. Cásate con un funcionario, coño, y lo verás en casa incluso antes de la salida del trabajo.