Quería que me gustara Death Proof, lo juro. No tenía más pretensiones que las de pasar un par de horas entretenidas. Pero nada.

Death Proof es puro artificio. Tarantino, tan venerado actualmente, se dedica a reciclar indiscriminadamente referencias de cine trash de los 70, ése que a nadie le importaba un carajo hasta que gracias a él se ha convertido en lo más cool y posmoderno. No faltan los carteles de cine ni el rock setentenro rebuscado, para que todo el mundo se quede con la boca abierta con su vasta cultura cinematográfica y musical.

Pero detrás de todo ese universo de referencias se esconde un gran vacío, un cine onanista y autorreferencial de un director autocomplaciente que busca el aplauso fácil mediante recursos estéticos efectistas y superfluos, diálogos huecos y estirados hasta los límites de la paciencia, personajes sobreactuados sin gracia que esperan soltar la frasecita para la posteridad; todo revestido de un sentido del humor que se ha ido agotando desde los tiempos de la apreciable Reservoir Dogs, evidenciando una progresiva pérdida de talento.

De cualquier forma, algo se puede extraer de este despropósito: la recuperación del bueno de Kurt Russell (a partir de ahora, encumbrado al olimpo del mundillo freak tal y como pasara con David Carradine) y la secuencia de persecución con Zoe Bell, el único momento en que sentí algo diferente al aburrimiento y la irritación, un elogio a la figura del especialista que ofrece los mejores momentos de acción del film.

Tarantino quiere hacer cine de cuatro duros desde el mainstream, quiere hacer "cine de culto" instantáneo cuando el estatus de "cine de culto" sólo lo da el tiempo. La exaltación de la serie B que algunos interpretarán como valentía sólo es el refugio de un director pasado de rosca con una legión de fans que le seguirán riendo las gracias y proporcionándole los millones de dólares necesarios para ponerle el disfraz de cinta de bajo presupuesto a su nuevo bodrio. No se engañen, detrás de toda esa orgía referencial y anecdótica no hay absolutamente nada.