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Juanjo Iglesias rating:
9
Film noir. Thriller. Mystery Low budget director Edgar G. Ulmer cemented his reputation with this downbeat film noir masterpiece. It has since inspired countless filmmakers. The use of minimal sets and rear-screen projection gives a feeling of a claustrophobic nightmare as Al (Tom Neal) a down-and-out piano player, hitchhikes from New York to Los Angeles in order to be with his singer girlfriend (Claudia Drake). Fate has other plans for Al when he steps into the ... [+]
Language of the review:
  • es
March 3, 2012
11 of 12 users found this review helpful
La primera vez que vi “Detour”, supuso una experiencia cinematográfica sin parangón, para un amante del género negro como yo. La capacidad de Ulmer para introducir al ensimismado espectador dentro de su paranoica pesadilla y de hacerlo partícipe de sus ensoñaciones y alucinaciones particulares, es abrumadoramente eficaz y poéticamente persuasiva. La sombra de su maestro Murnau, sobrevuela una historia puramente Hollywood, años 40.

Este largometraje podría ser el ejemplo paradigmático que demuestre que para realizar una gran película, en los años cuarenta, no era necesario pertenecer a una de las majors. Se rodó en seis días en un pequeño estudio de la compañía PRC Inc. con un presupuesto de veinte mil dólares, allá por 1945 y la historia la ha colocado como una de las mayores curiosidades de aquella época dorada de Hollywood en la que las grandes estrellas de cine, rodaban films de cine negro. Nos encontramos ante, quizá, la obra maestra de lo que podríamos llamar cine negro de serie B.

Tras un comienzo en el que se prevé un drama de corazones solitarios, con la crisis del 29 ondeando en la lejanía, donde el pianista de pequeño club de jazz de Nueva York y la bella y joven cantante, aspirante a actriz de Hollywood, sueñan con amarse eternamente, la película se convierte en un soñoliento, lóbrego y sombrío viaje que mezcla, crimen, thriller, cine negro, drama, intriga, misterio y road movie en una fusión de géneros donde prevalecen los excesos y ausencias de luz y los juegos y escrupulosos engaños de guión.

Lo más interesante del film es su sensación claustrofóbica de ensueño. Los contrastes de luces y sombras exagerados y esa capacidad para influenciarse del expresionismo alemán, con categórica modernidad dejan constancia de esta “rara avis”, que hace de la diferencia y la originalidad, sus signos de identidad.

El guión plantea un desasosegante viaje por la culpa, donde sus solitarios, melancólicos y desesperanzados personajes, nos llevan a su antojo por el terreno de la duda y la desconfianza. Su mayor poder narrativo es el de jugar con los pensamientos del espectador, con lo que sabe y sobre todo con lo que cree saber. Tiene la virtud del cine negro de sorprender y conseguir que nada sea lo que parece, con milimétrica habilidad para el desconcierto y sabiendo dejar en el aire esas dudas que al buen espectador le encanta resolver a su manera. En este ambiente tétrico donde las sombras y el miedo lo cubren todo, se percibe una fuerza que controla todo. En la novela de Goldsmith se cita claramente a Dios, como la fuerza que mueve a su antojo el destino de los protagonistas, pero en el guión será el propio destino el que maneje a su antojo el bien y el mal, para crear víctimas y culpables. La historia transcurre a lo largo de la travesía realizada a dedo por el pianista Al Roberts, entre N.Y.C y L.A. para encontrarse con su novia, tras la decisión de esta de intentar ganarse la vida como actriz en Hollywood.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details. View all
Juanjo Iglesias
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