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Antonio Morales rating:
9
Comedy. Romance On a diplomatic visit to Rome, Anne (Audrey Hepburn) escapes her royal retainers and scampers incognito through the Eternal City. She happens to meet American journalist Joe Bradley (Gregory Peck), who, recognizing a hot news story, pretends that he doesn't recognize her and offers to give her a guided tour of Rome.
Language of the review:
  • es
March 30, 2014
7 of 8 users found this review helpful
Lo mejor de una comedia ligera y romántica como “Vacaciones en Roma” es que podemos considerarla un clásico del cine de amor y lujo cuando su argumento trata precisamente de la huida de la fastuosidad para encontrar la diversión de las pasiones sencillas. La princesa Ana (Audrey Hepburn), no acostumbrada a la caótica vida cotidiana de la calle, tiene la fortuna de encontrarse con un complaciente y encantador periodista (Gregory Peck). La ocasión para el americano de salir del exilio de las crónicas baratas y regresar a casa convertido en un reportero estrella. Estupendo argumento de Dalton Trumbo que perseguido por McCarthy por sus ideas políticas tuvo que buscar un amigo como “tapadera” para que firmara el guión. La intolerancia de un comité en pro de los valores de un americanismo cerril y punitivo.

Película que en principio estaba pensada para Cary Grant y Liz Taylor, el director iba a ser Frank Capra, he de admitir que tampoco era descabellada la idea, la historia se asemeja a las fábulas del italoamericano y los actores tampoco desmerecen. El cine de Hollywood siempre se supo nutrir de las fábulas clásicas, modernizando los cuentos de hadas. En este caso, tras haber convertido en género la historia de Cenicienta, nos encontramos con la trama vuelta al revés. Audrey cambia las sedas por la vestimenta casual, la cuchara de plata por la de palo, y la carroza por una calabaza con aspecto de “vespa”, muy popularizada universalmente desde entonces.

William Wyler se encontraba en pleno apogeo de su creatividad, empleando la magia de su talento para hacer de esta película, un fenómeno inolvidable, con magisterio para mover los resortes de la sensibilidad del espectador, sabía en qué territorio moverse por su experiencia. El sentimentalismo oscuro de la posguerra, “Los mejores años de nuestra vida”, había cambiado, para encontrarse en el resplandeciente optimismo de una década llena de próspera frivolidad, en la que se respiraba, diversión, belleza y romance. Audrey Hepburn se reveló como un ser excepcional, una delgada belleza europea con una simpatía perfectamente accesible. Su figura se convirtió en un símbolo de los años cincuenta, marcado por el esplendor de los grandes modistos.

Encontró en Gregory Peck su pareja ideal con su semblante apacible y humano. La película con su éxito, hizo más por popularizar la ciudad de Roma que cualquier campaña de publicidad, incluso luego se rodarían al socaire de esa fama, películas románticas como, “Creemos en el amor” de Negulesco, con la fontana de Trevi como protagonista. Narra un amor imposible entonces, que ahora podría ser perfectamente posible, sólo hay que remitirse al príncipe Felipe casado con una periodista divorciada. Pero dentro de nuestra memoria, cuando el tiempo es lluvioso y nos invade la melancolía, cuando el presente nos aburra, nada como volver a ver esta película, tal vez echando tres monedas en la Fontana de Trevi, con la esperanza de que se vuelvan hacer obras como esta.
Antonio Morales
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