El realizador francés Luc Besson, saca de su chistera un producto emocionante, ingenioso y trepidante, que sabe como atrapar al espectador con fuegos de artificio de primer nivel, una trama más que interesante y una heroína de poderes aplastantes frente a cámara, una Scarlett Johansson que adopta un roll similar al de Anne Parillaud en “Nikita, dura de matar” (L. Besson, 1990), pero con un cometido un tanto diferente. Johansson se mete en el papel de Lucy sin problemas, y con una interpretación más lúcida que en “Under the Skin” (Jonathan Glazer, 2013), se hace dueña de nuestro interés.

“Lucy”, intenta ser correcta del lado científico a través de ilustradas clases magistrales sobre lo insignificante que es la raza humana, ofreciendo una hipotética historia de ciencia ficción que en momentos se descontrola, para sumergirnos en un alucinante viaje a través de la mente, aderezado con genial fantasía y LSD. Una acción desmedida pero de resultados sorprendentes, que Besson, logra gracias a un ejercicio visual precursor en su planteamiento, que explota de manera atrevida las cualidades de un guión que le permite dejar volar su imaginación.

Son más que suficientes, los 90 minutos de metraje para no caer en la paranoia, y poder diferenciar lo serio que contiene la historia, del incesante repertorio de super poderes que maneja la protagonista, de eso se encarga un Morgan Freeman a la altura de las circunstancias, cuyo personaje arroja un interesante discurso sobre que ocurriría si el ser humano alcanzara el 100% del control de su mente. Luego, Besson, despegando los pies del suelo, lo transforma todo en un truco de magia para soñadores, que se desvía hacia límites arriesgados pero tremendamente efectivos.

Luc Besson, sabe juntar las correctas piezas para un gran entretenimiento, planteando de entrada una trama seria e interesante, manejada ésta por el profesor Norman (M. Freeman) junto a unas secuencias documentadas que dan formalidad al entramado; ofrece sensualidad, fantasía visual y acción trepidante de la mano del personaje principal, Lucy (S. Johansson); y añade un trasfondo de violencia y negocios turbios a cargo de Mr. Jang (Choi Min-sik), adecuado papel para un actor de excelente resultados, que pone el lado oscuro a la impactante historia. Un conjunto irresistible que no defrauda y cumple lo esperado.

En definitiva, “Lucy” es un apasionante paseo por parajes vírgenes aún sin explorar, que nos da la oportunidad de embarcarnos en un futuro incierto, algo tan excitante como aterrador, que hace gala de grandes juegos visuales y tecnológicos, que crearán escuela como herederos aventajados de “Matrix” o “Minority Report”.