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Vivoleyendo rating:
10
Drama. Romance 'Thou shalt not commit adultery' is a shorter, scaled-down version of 'A Short Film About Love', with a less complex plot and a different ending - though the basic narrative about the relationship between a lonely 19-year-old boy and the thirtysomething artist that he spies on every night is the same.
Language of the review:
  • es
May 24, 2014
20 of 20 users found this review helpful
Capítulo 6. "No cometerás actos impuros".
Voyeurs. Toda una institución hoy día.
Frustrados mirones que sueñan con vidas ajenas. Cuyo horizonte se reduce a lo que pueden observar a través de la ventana, ahí enfrente y sin embargo inalcanzable, intocable, tan lejano como el cielo que está ahí como espejismo aparente al que es imposible llegar y que no se puede palpar, que no está hecho para ser alcanzado.
Tomek así idealiza el amor por Magda, en la distancia que separa sus pisos, el jovencito virgen que idolatra a la mujer plena, carnal, imagen de lo que él quisiera tener y que sabe que no tendrá, sufriendo ese dulce dolor de aquello a lo que se renuncia antes de haberlo poseído y que por ello tiene el mágico sabor de cualquier posibilidad imaginaria. La adora en silencio, envidiando a esos burdos amantes de ocasión que desfilan a veces por sus habitaciones robándole las caricias que Tomek evoca en sus propias manos, reverenciando su cuerpo con la devoción de quien atesora lo más precioso del mundo. En su amor obsesivo, el chico no se conforma con la pobre carnalidad del momento, quiere la entrega absoluta entre cuerpo y alma, eso querría regalarle a Magda mientras desprecia a esos hombres toscos en los que ella desperdicia su gloriosa femineidad, celoso de los gestos íntimos que ellos no merecen, migajas de una pasión guardada casi entera bajo llave, preservando lo mejor dentro de sí misma, sacando la máscara de cinismo para evitar que le rompan el corazón o fingir que no se lo rompen.
Aquí la idealización de Tomek, que se enamora desde lejos, mirando a su amada por la ventana día tras día con el raro privilegio de verla siempre con la guardia baja al ignorar que es espiada, se confronta con la experiencia de Magda, unos quince o más años mayor y que prueba repetidamente las decepciones (acompañadas de las pequeñas alegrías) de las relaciones.
Pero un amor, por puro e incondicional que pretenda ser, siempre acaba exigiendo algo, y Tomek no se conforma con anhelar en la distancia. Acecha, ingenia truquillos para acercarse, para rondarla y oír su voz, se las arregla para fastidiarle ciertas citas cuando éstas se ponen irritantemente sexuales. Bordea el acoso simplemente porque cuando se ama nunca es suficiente y se codicia más, al final no basta con mirar, el chaval que no se atreve a abordarla temiendo el rechazo hace lo que puede para poseerla dentro de sus limitaciones, de la barrera de su timidez que en un arranque de conmovedor valor se atreverá a saltarse para mostrarse a ella expuesto, vulnerable, su más hermosa baza para ganarse ese corazón esquivo. Sí, incluso a riesgo de que ella lo mande a freír espárragos y lo tache de loco y de enfermo. El valor es más grande cuanto más miedo da afrontar un obstáculo, y yo, la espectadora voyeur, que lo observo en mi pantalla, admiro la valentía de Tomek porque sé lo muchísimo que le cuesta dar ese paso, que lo que desde fuera parece una insana y enfermiza fijación de una personalidad perturbada (y que lo es, a veces la conducta del chico da escalofríos y nos hace plantearnos hasta qué recónditos extremos tenemos alma de voyeur frustrado) en realidad son los gritos de un espíritu solitario que busca el amor de su vida para que ésta no sea tan insoportable ni tan triste.
En esa mezcla de masoquismo, autocastigo y necesidad, el voyeur ama su objetivo con escasas esperanzas, sin darse plena cuenta de que ese objetivo también es un alma muy lastimada que, como dice la letra de una canción, se da para no dar la cara, se ofrece a esos desconocidos dando solamente la superficie, guardando lo más hondo, lo que saldrá a flote con la compasión por el muchachito en el que ella ha despertado a ese hombre asustado e intacto, y notando el deseo de volver a ser una virgen soñadora que todavía cree, cómo quisiera ser entonces la mujer que Tomek tiene en el pedestal. Por ello al descubrir la magnitud del furtivo culto que le prodiga, termina pasando de la ira y el escarmiento iniciales a sentirse... confusa, agradecida, con la sensación de vanidad halagada de cuando se es amado aunque uno no corresponda o no lo haga todavía, descubre que necesita que él la quiera porque nadie más la ha querido ni la va a querer así, no desde luego el desfile de extraños que pasan rozando apenas lo de fuera sin tocar jamás su interior. La chica virgen que una vez fue clama por ese amor que ya no puede ser, probablemente se perdió para ella en los recodos del duro camino. O, ¿quién sabe? ¿Y por qué no soñar un poco con dejarse amar por un hombre mucho más joven que se ha enamorado por primera vez?
Todo eso debe de circular por la atormentada mente de la mujer culpable que trata de enmendar el daño con la leve esperanza del ojalá, convertida ahora a su vez en otra voyeur persiguiendo tal vez un imposible.
Vivoleyendo
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