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Vivoleyendo rating:
7
Drama This film has no plot. It is more like an etching or, perhaps, one of those portraits at the minute made by untalented painters in the streets of Madrid around 1950. The capital was then more than ever the breakwater of Spain. A gray breakwater, of ration cards, tender and cruel at the same time, poor even in its joys, convalescent (always with tenths at sunset), but also mischievous, festive and surreal. A merry-go-round, in short, of ... [+]
Language of the review:
  • es
September 6, 2011
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Era el Madrid del trapicheo y el estraperlo, de la reventa y la pensión barata, de limpiabotas y oficinistas de tercera, de empleados de taller y vendedores ambulantes, de artistas de alas cortadas y camareros que quieren ser actores, de esposas que salen por las noches a los bares de alterne porque sus maridos ganan poco, de infidelidades furtivas, de curas sin vocación, de chicas guapas engañadas que ven abrirse un precipicio a sus pies, de tertulias rancias de sucedáneo de café, de algún opulento director de banco que goza de los encantos de una señora de bandera, de padres que se desvelan por sus hijos, de academias de mecanografía o de baile, de ancianos solitarios de cuya lejana juventud no queda más que una manoseada foto en sepia, testimonio de una vida anodina y deslucida.
Era el Madrid de los novios que no podían besarse en la calle, de los apresurados cuchicheos en los lavabos públicos para pasarse obras clandestinas, de los salones llenos de humo de tabaco, del Gordo de Navidad que nunca le toca a nadie conocido, de las timbas de póker entre negocio y negocio, de la novedad de la penicilina aún escasa, de niños que arriman el hombro.
De sueños perdidos y abandonados, de ilusiones exangües y una presión perpetua en el pecho, que se intenta apaciguar con las copitas de siempre en el bar, con el cigarro lánguido entre los labios, hablando con convicciones vacías para engañar la incertidumbre, unos con el lenguaje llano de la costumbre y otros con el lenguaje pomposo del que se quiere convencer a sí mismo.
Un caleidoscopio de personajes, escenas encadenadas en un tapiz que se va tejiendo de pequeñas historias, con excelente fotografía añeja.
Se paladea un Madrid invernal y trémulo de sabor melancólico, con regusto dulzón en el fondo de la lengua y un puntito amargo, como de lágrimas que nunca se derramaron porque la tristeza era demasiado grande para llorar.
Vivoleyendo
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