Si han leído mi crítica a Misión Imposible 3 (la segunda parte no la he visto, ni falta que me hace), entonces sabrán lo que opino de la primera parte.
Aquí se empezó una saga en la que Tom Cruise se muestra como saltimbanqui y contorsionista, una especie de superagente secreto que tiene a su disposición una tecnología digna del inspector Gadget o del Superagente 86.
Una trama embrollada, un Tom Cruise muy estresado, al límite, corriendo de acá para allá como alma que lleva el diablo y metiéndose en unos cacaos a cuál más inverosímil.
No es más que una película de acción para lucimiento de Cruise. Mucha parafernalia y muchos fuegos de artificio para intentar inútilmente encubrir un vacío que hace de este film algo digno de olvidar.
La fotografía y la música son lo único que merece la pena destacar un poco. La banda sonora se puso muy de moda y recuerda los clásicos de acción de James Bond.