El 9 de noviembre de 1989, el muro de Berlín cayó, pisoteado por miles de personas que, en su estallido de euforia, podían por fin pasar impunemente al otro lado. El Muro de la Vergüenza.
Tras un siglo veinte convulso y nefasto, un siglo del que Alemania tenía muchísimo por lo que avergonzarse, un siglo en el que había pasado a las páginas negras de la historia de la humanidad (como tantos otros... ¿Cuántos países se libraban de la quema?), un siglo por el que tendría que rendir cuentas y pagar su purgatorio... Finalmente, llegó la redención. Aquel 9 de noviembre de 1989, Alemania comenzó su verdadera andadura por esa rampa tan costosa de subir: el perdón. Perdón hacia sí misma, y el perdón generalizado.
Tantas atrocidades y atentados contra la humanidad que ya podían dejar de emponzoñarse en la clandestinidad para ser llorados libremente. Tantas víctimas cuya memoria, tras revolverse durante años y décadas como una fiera enjaulada, podía ya descansar en paz, habiendo hallado el digno reposo que merecía.
Cuando Alemania volvió a ser una sola, la devastación de ese siglo funesto y enloquecido había dejado atrás tantas historias de dolor que, si las sacáramos a la luz y las homenajeáramos una por una, tardaríamos incontables eras, incontables vidas.
Una vez leí que, si las campanas de una iglesia tocaran una vez cada segundo por cada víctima del holocausto judío de la Segunda Guerra Mundial, las campanas estarían tañendo sin cesar durante unos dos meses y medio. Teniendo en cuenta que cada día tiene ochenta y seis mil cuatrocientos segundos, eso daría un total de unas seis millones quinientas mil campanadas.
¿Cuánto tiempo tendrían que estar tañendo por los muchos millones de víctimas que en total cayeron durante todo el siglo veinte?
Abrumador y sensible drama que ahonda de lleno en las bases del régimen socialista de la República Democrática Alemana. En la impunidad de un Partido que podía campar a sus anchas borrando las libertades fundamentales de los individuos y sometiéndolos a su antojo.
Interesantísima y tensa trama que nos lleva por los tejemanejes de los servicios policiales de inteligencia y espionaje, las temidas fuerzas de seguridad del Estado: la Stasi. Y cómo un miembro muy competente y entregado de dicho cuerpo se va viendo involucrado emocionalmente en su propia labor... Porque llega un momento en que, para alguien que posee conciencia y escrúpulos, por muy entrenado y avezado que esté, la línea divisoria entre el automatismo y la frialdad del deber, y el despertar de sentimientos personales de empatía y compasión, es una línea que puede llegar a borrarse con facilidad...
Soberbia crítica y denuncia a la opresión, la esclavitud y el oscurantismo (por no mencionar la monstruosa vulneración constante de los derechos humanos, alentada desde las altas esferas) en un régimen sometido a la dictadura de un partido comunista totalitario.