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Vivoleyendo rating:
7
Drama The second screen version of Octave Mirbeau's novel (originally filmed in 1946 by Jean Renoir), Diary of a Chambermaid charts the ambitions of Celestine (Jeanne Moreau), a woman who comes to work in the 1930s for a Normandy estate occupied by Monsieur Rabour, his daughter, and the daughter's husband, Monsieur Montiel. Celestine quickly learns that M. Rabour is a more or less harmless boot fetishist, his daughter a frigid woman more ... [+]
Language of the review:
  • es
February 21, 2014
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Celestine es una empleada doméstica que entra al servicio de una casona que no es, como nos podíamos figurar, precisamente idílica. Buñuel es el que adapta en esta versión la novela de Mirbeau, otorgándole su inmisericorde perspectiva de realizador que carece de cualquier rastro de benevolencia.
Era un crítico feroz, dotado de una visión muy negativa del mundo, que con su peculiar estilo entre hiperrealista y surrealista atacó la hipocresía y banalidad de la sociedad, y pintó imágenes crudas que no dejaban en buen lugar a la condición humana.
Celestine es una criada a disposición de los caprichos y la volubilidad de los ricos para los que trabaja. Las manías de la señora, las insinuaciones del salido del señor, las chifladuras del fetichista patriarca anciano. También observa asqueada el comportamiento del cochero, un energúmeno fascista, antisemita, xenófobo, nacionalista y que manifiesta unas horrendas inclinaciones depravadas.
Los vecinos, lugareños y las autoridades también salen mal parados, palpándose una ponzoñosa indiferencia ambiente incluso cuando un terrible suceso acontece y a todo el mundo en el fondo le importa un bledo excepto a Celestine. Ella observa con desprecio el comportamiento de toda esa gentuza disfrazada de señorones, clérigos, trabajadores, beatas y policías y cumple con sus tareas con el desdén de quien es incapaz de respetar el entorno del que no tiene más remedio que depender por ser pobre.
Todo se vende, las almas, los cuerpos, el dinero y el prestigio son por lo que todo se mueve en esta tierra corrupta, cuando está en juego la perspectiva de ascender socialmente y conseguir más posesiones a casi nadie le importa un pito nada más.
Atmósfera malsana, escenas extravagantes, una secuencia escalofriante y regusto muy amargo, con una Jeanne Moreau que sabe llevar su complicado papel de incursión por el borde del abismo con el empaque sensual que por algo le valió el título de sex-symbol francés en aquellos años en que era difícil toserle a la mórbida explosividad de Brigitte Bardot y a la jovencísima y recién descubierta belleza de Catherine Deneuve, quien también sería musa del director español más polémico que haya pisado cualquier estudio de cine.
Vivoleyendo
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