Notable comedia negra española que marcó la década del noventa gracias a un original argumento que irradiaba delirio, mala leche, situaciones truculentas con altas dosis de violencia, humor negrísimo y un tremendo desparpajo que suponía terminar riéndonos de alternativas trascendentales.

La cinta posee un frenético ritmo narrativo, absorbe de principio a fin y sus méritos pasan por la forma en que se ponen en escena las trastornadas y místicas vicisitudes que mezclan en pantalla a un cura trastornado, a un fanático del death metal y a un futurólogo especialista en parasicología. Juntos darán lugar a un sinnúmero de situaciones desternillantes que se terminan burlando de los fanatismos religiosos, de los engaños televisivos, de los círculos de adoradores de Satán, y de los grupos anárquicos que siembran el terror.

Es una cinta que marca un hito dentro del cine español porque desarrolla una comedia negra navideña sin parangón, porque posee carismáticas interpretaciones en todo el elenco pero en particular en Álex Angulo como el cura, Santiago Segura como el adepto a la música heavy y Armando De Razza como el engañador experto en parasicología.
Estos tres actores, junto al resto del cast, le brindan la chispa necesaria para darle más intensidad y excites a un guión tan esotérico como desmadrado, que no para hasta el último fotograma de brindarnos simpático y descontrolado delirio con una saludable base fantasiosa gracias al exaltado y turbado misticismo desplegado en pantalla

Pero además es un filme español que se aleja de los convencionalismos y de las temáticas desarrolladas en las ofertas de ese país. De esa manera Álex de la Iglesia nos ofrece un producto cargado de incorrección y dotado de una atractiva presentación visual desde los efectos especiales y desde la llamativa fotografía que acerca a esta oferta a las producciones de la gran industria de Hollywood.