Lo único eficaz de una propuesta como ésta es el valor nostálgico que aún posee la saga “Pesadilla” en nuestras memorias.

Claro que esa franquicia tenía filmes interesantes pero también otros de bajísimo nivel, y dentro de esta última clase se sitúa esta moderna revisión de aquel slasher sobrenatural de los ochenta.

Como remake no aporta nada nuevo, sólo se beneficia con los avances de la era digital en los apartados técnicos.

Este remake pierde y mucho, pues ya no está Robert Englund en el papel de Freddy y ya ello es mucho decir.
Jackie Earle Haley no encaja nunca en el personaje, pues en comparación con Englund mete muy poco miedo su apariencia estética, la cual está más cercana a un monigote de circo que a un villano tenebroso.
Me animo a decir que el principal error de este filme es el cambio de actor. No hay “Pesadilla” sin Robert Englund, así de taxativo. Un Freddy sin la nariz de gancho no es Freddy, y menos aún podemos aceptar el cambio si tenemos que tolerar a un Jackie Earle Haley con voz de retrasado mental intentando inquietar a la platea.

Lo demás: la historia contiene algunos leves toques más adultos que la original, pero en el desarrollo de personajes pierde también en comparación con la obra de Craven. En esta versión modelo 2010 sólo vemos en pantalla a adolescentes con sueño que son despedazados por el serial killer y nada más. No hay escenarios surrealistas, no hay encanto ni carisma en el elenco, la esencia básica de la obra original no aparece y por tanto no asusta, y por sobre todo este remake ya no cuenta con el factor sorpresa del que sí contaba la de 1984, la cual nos impactaba en aquellos tiempos con todo eso de sueño y realidad en dos dimensiones diferentes.

Es un remake innecesario de principio a fin, cuando se da luz verde a estos proyectos que intentan revisar clásicos debería ser porque aportan algo novedoso y tratan de mejorar algún elemento que haya estado mal desarrollado. Pero no, aquí pasa todo lo contrario, ni siquiera se mantiene el espíritu de la obra original, se cuenta la historia sin la tensión suficiente para generar zozobras, el humor negro se esfuma por completo, se cambia el protagonista y obviamente que el resultado es estrepitoso.

Algo para rescatar: los efectos especiales y que por allí presenta una aceptable cuota de sangre.

Pero en general no vale la pena, mejor es ignorar esta propuesta, está al nivel de las peores secuelas de la saga pero aún peor: no cuenta con la impactante presencia de Englund.

Un remake que se preocupa más por los resultados en la taquilla que en conservar el alma de la obra original.