Brian de Palma es un director que siempre despierta simpatía. Nombres como "Scarface" o "Carlito´s way" solamente pueden suscitarnos admiración y una mueca de aprobación en los amantes del cine negro. Es decir, si De Palma va a homenajear uno de los productos televisivos más oscuros de los Estados Unidos a la par que rescata los violentos años 30 de Al Capone, quien más y quien menos se hará excesivas expectativas, más si, como es el caso, el casting crea un verdadero Dream Team.

Kevin Costner, en aquellos momentos una estrella en ciernes, se pone perfectamente el traje de héroe como el incorruptible Eliot, personaje mítico pero, si uno no se ha criado con la tarta de manzana (hablo de la adaptación no del personaje histórico), excesivamente plano, un personaje de cuento de buenos-malos. Lo mismo sucede con el villano, Robert De Niro no necesita presentación para nadie, encarna bien a Capone y brinda sus dos o tres escenas grandiosas, pero tampoco llega a salir ese momento de gran cine al que nos tiene acostumbrados.

Probablemente sea por no estar al tanto de lo que homenajea (pero en otras obras que sucede eso, a veces no es tan inconveniente), no llegó a disfrutar al máximo de esta creación, incluso la banda sonora, creada por uno de los músicos más geniales del séptimo arte, me parece reiterativa, anticipando lo que va a pasar, no acompañando. Con excelente acento escocés, Sean Conney se gana un Oscar que llevaba tiempo mereciendo, aunque la composición de Malone es igual que con los otros, excesivamente claro-negro (aunque él tenga más dualidad moral). Es uno de esos casos en que el talento del actor salva.

También destaca un tempranero Andy García. Que nadie se engañe, "Los intocables" se le pasará con agradable entretenimiento, pero, probablemente, poco o nada terminará dejando en la retina. Brian de Palma, a diferencia de otras ocasiones donde lo logra, está tan empeñado en hacer una obra maestra a todo coste, que se pierde lo más básico, una historia que conmueva.