Oliver Stone se embarca camino de la isla de Cuba, acompañado de algún amigo como Santiago Segura, a quien se puede reconocer levemente en una escena. El polémico, heterodoxo y brillante cineasta norteamericano, se sumerge en más de 30 horas de conversación con Fidel Castro, máximo mandatario de la isla, desde la Revolución que él mismo abanderó en 1959.

Indudablemente, "Comandante" es un documental histórico muy interesante para los futuros analistas de esta pequeña rebelión que tuvo una grandísima repercusión mundial. América Latina aún sigue extrañada ante esta paradoja. Por un lado, el baluarte contra el imperialismo norteamericano que la bloque y asfixia, en el otro, un revolucionario perpetuado en el poder y con su linaje controlando los resortes, con sombras de tortura y no admitirse otro Partido que el comunista.

Si bien es cierto que Stone plantea preguntas delicadas (la cuestión de H. Matos, el niño Elián, la reacción de Castro ante las muertes del Che Guevara o su propia madre, etc.), queda clara su simpatía hacia el personaje, al que califica de uno de los más morales que ha conocido. El cineasta, en aquellos días ensarzado en una terrible desazón por la ultra-conservadora y agresiva administración de George Bush Junior, se muestra encantado en el marco caribeño, dejándose llevar por su propia ideología, lo cual da lugar a un subjetivismo, humanamente entendible, pero que empeñaba la fiabilidad de lo que se nos cuenta.

Más que la biografía para el séptimo arte de una de las figuras políticas más controvertidas de su tiempo, "Comandante" es la visión que Castro tiene de sí mismo y la que su admirado entrevistador, comparte con él. Es una pena que el inquisitivo creador norteamericano no quisiera hacer un contraste o una segunda parte, con los disidentes y exiliados del régimen, muchos de ellos con sede en Florida, que hubieran podido dar como resultado un paraíso menos idílico... pero mucho más real.

Bien rodado, cuidado en la puesta de escena, este documental será de interés en todos los fascinados por el fenómeno cubano, aunque deberán permanecer alerta para extraer sus propias conclusiones y no dejarse condicionar ni por Stone ni Fidel...

Y mucho menos, por el realizador de esta crítica.