Sin duda la mejor serie de la historia, a pesar de acusar el cierto desgaste lógico que suele acontecer con el paso de los años.
Serie que con un humor ácido, sagaz, mordaz, en ocasiones chabacano, pero casi siempre brillante, acierta en retratar con exacta precisión las constantes en las que se desenvuelven los mores, usos y costumbres de nuestra banal y autista sociedad.
Acierta de igual forma, siempre con probada solvencia, en la disección de la estulta y estólida condición humana, mostrándolos como un servidor considera que son, como seres insultántemente egoístas, incapaces de observar nada más que sus autocomplacientes miserias.
Puede afirmarse que cada personaje tiene su razón de ser, su razón de existir, su motivo para ser construido; ilustrándonos el creador con cada intervención de los mismos por todos los motivos por los que despreciar al ser humano; retratando valores tan típicamente humanos como la avaricia, la lascivia, el egocentrismo, la displicencia, la abulia, la pereza, la altivez, la hipocresía, la corrupción, etc.
Tampoco se puede negar la fijación del autor en destrozar todos aquellos aspectos de nuestra sociedad de la que más nos sentimos satisfechos, y que con el paso del tiempo se han revelado como responsables de los más profundos problemas que azotan, acosan y constriñen al mundo, y que terminarán en hacerlo ingobernable, si no no lo han logrado ya.
También puede considerarse una serie avanzada a su época, nominando una serie de problemas, siempre con una asombrosa y pasmosa lucidez, que están, y que por lo visto estarán durante muchos años más, de rabiosa actualidad, como son: el problema de inmigración descontrolada y la trampa de la multiculturalidad que conlleva, la superpoblación y los problemas de contaminación ambiental que suponen, el cambio climático, las tensiones raciales, la manipulación mediática, la pobreza y las desigualdades, la corrupción política, la delincuencia trasnacional, etc, que consiguen que el mundo sea un poquito más deshabitable a cada rato, caminando con cada pasito más que avanzamos hacia la indefectible autodestrucción.
Serie, en suma, que combina con precisión el humor, y por tanto el espectáculo, con la crítica social más lacerante, planteando un discurso trufado de ironía y, como no podía ser de otra forma en una serie inteligente, de amargura, consiguiendo atrapar, por uno u otros motivos, a todos y cada uno de los miembros de una familia media.
Recomiendo, y ya para finalizar, a todos, un visionado crítico y profundo de todos y cada uno de los capítulos que componen esta exquisita y maravillosa serie, que impelirán, como poco, a reflexionar y cavilar sobre los poderosos hilos que se entretejen en esta nuestra sociedad, discursando sobre las relaciones interpesonales que en esta entrevereda madeja se ven conminadas a producirse.