Wilder deja de lado la comedia para rendirle tributo al cine negro, tan de auge en esa época, y para ello realiza una de las mejores descripciones de un elemento característico de dicho género como es la femme fatale, que embauca a un don nadie a cometer el más atroz de los actos, cegado por el amor y la pasión.
Una oxigenada Bárbara Stanwyck es la pérfida mujer sin escrúpulos que instiga a un incauto vendedor de seguros (Fred McMurray) para que acabe con la vida de su esposo, cobrando de esta manera un suculento seguro de vida.
Al igual que otra gran actriz como es Bette Davis, Stanwyck se desenvuelve tan bien en este tipo de papel, que pese a lo extenso y variado de su filmografía, su imagen quedará ideleblemente grabada a la de una fría y ambiciosa mujer que utiliza al mundo a su antojo.