La dictadura militar argentina ya está en la historia de la infamia por derecho propio. Una panda de iluminados, con la excusa del peligro comunista, y apoyados por Estados Unidos, secuestró a todo un país, asesinó, torturó, violó y mató a miles de personas. Incluso provocaron una guerra absurda contra los británicos por la soberanía de las islas Malvinas (1982) que perdieron lamentablemente. Parece que estos militares sólo servían para reprimir a civiles indefensos y no para luchar contra otros soldados. Por desgracia, muchos de esos asesinos nunca dieron con sus huesos en la cárcel y aún hoy miles de familiares de desaparecidos siguen buscando a sus seres queridos y exigiendo justicia.
Por lo que respecta a la película, trata unos hechos que ocurrieron poco después del golpe de estado (marzo de 1976) y que se alargan hasta varios meses después. Diez estudiantes de secundaria de La Plata fueron secuestrados y torturados por los militares. Es una película combativa, necesaria y bienintencionada pero que adolece de varias carencias en los aspectos técnicos. Los actores, aunque entusiastas, son demasiado inexpertos. La imagen y el sonido no son todo lo buenos que debieran, y de la música y la fotografía mejor no hablar. No obstante, todo lo anterior se suple con creces gracias a la indudable garra de la historia. Unos hechos crueles, desgarradores, trágicos, nauseabundos y eso incluso a pesar de que no se muestren casi las torturas.
Terrorismo de estado, violación de los derechos humanos, desaparición y muerte de miles de personas, robo sistemático de recién nacidos y otros crímenes de lesa humanidad… ¿Hasta cuándo va a seguir la impunidad?