De todas las marcas que se podrían dar en el año, en cuanto a lo interpretativo, la película de Baumbach es todo un punto y aparte.

Baumbach es un director y especialmente un guionista “de personajes”, es un hombre que puede idear interacciones de manera profunda y apuntando al realismo. Y por fin le ha tocado cruzarse con dos power-houses interpretativos como son Scarlett Johanson y especialmente: Adam Driver.

La historia de ésta película por poco no se narra como una guerra donde cada lado sube la apuesta por turnos hasta que la situación es completamente insostenible. En ése sentido hay dos momentos donde ocurre el equivalente a una explosión cataclísmica: “la discusión” (saben cual, poco más que añadir) y el juicio; donde además, el histrionismo de Ray Liotta y Laura Dern refuerzan éste behemoth actoral complementando esos silencios y caras largas impagables, que van más allá de cualquier premiación o simple elogio.

Baumbach, claro devoto de la nouvelle vague, indie boy de tendencia casi teatral en cuanto a la construcción de escenas, escritor auténtico y sincero, ha hecho una poderosísima tragedia romántica para la posteridad.