El Hoyo es una película muy oportuna para reforzar esa perspectiva pesimista y fatalista de la humanidad, como en 1990 lo mostrara Harry Hook en El señor de las moscas o Paul Scheuring en 2001 con El experimento.

En sus diálogos y situaciones, esta cinta te plantea de entrada un mundo patético, cruel, egoísta, injusto. En este sentido, te dice que el ser humano no es autónomo, sino que responde a estímulos creados por el ambiente en el que se desenvuelve y que las conductas asociados a la supervivencia estarán por encima de las actuaciones basadas en principios y valores éticos. Sin embargo, te engaña tratando de equilibrar con discursos románticos y esperanzadores.

Es una película extraña. Algunos de sus personajes son desconcertantes. Algunas escenas son muy Tarantinas. Su trama es ambigua, pero si logras superar tus escrúpulos, terminas disfrutándola bastante.

El final no gusta tanto, porque el cine nos ha acostumbrado a finales claros y cerrados en los que todas las posibles preguntas que te haces en el desarrollo de la película, queden respondidas, sin embargo, con el Hoyo queda una incertidumbre, esa de no saber de qué se trataba la película o lo que se buscaba con el sistema metafórico de los niveles y la alimentación.

Rescato algunos diálogos y la sorpresa de que eso Obvio que crees que va a pasar, o que casi siempre termina sucediendo en relación con lo Bueno y Lo Malo, o el nudo y el desenlace, termina no siendo como suele pasar en el cine.

Si buscas en el cine respuestas morales y finales tradicionales, esta película no te va a gustar. Si buscas en el cine, buenos diálogos, nuevas cosmovisiones y nuevas formas de comprender la humanidad esta película te va a encantar