Ya con su primera película (es decir, Clerks) Smith obtuvo el calificativo de irreverente, pero ninguno de sus trabajos había levantado tanta expectación (y polémica) como Dogma en el momento de su estreno. El problema era que ya no sólo se burlaba de las relaciones y de las cosas cotidianas, ahora pretendía ironizar sobre la religión. Poco importó que el director se declarase católico, ni que negase su intención de crear controversia alguna sobre el tema.

La historia nos presenta a Bethany (Linda Fiorentino), una mujer que resulta ser la elegida para liderar un grupo de lo más estrambótico con el fin de detener a un par de peligrosos (y destructivos) ángeles caídos: Loki (Matt Damon) y Bartleby (Ben Affleck). Por el camino se unirán a la causa otros tantos personajes, incluidos Jay (Jason Mewes) y Bob el silencioso (Kevin Smith).

El reparto es de lo más ecléctico, a los habituales de Smith (Jason Lee, Ben Affleck…) se suman otros intérpretes tan conocidos como Salma Hayek, Alan Rickman o Chris Rock. Sin embargo, tanto Hayek como, sobre todo, Fiorentino resultan dos elección erradas, algo que se nota sobremanera en sus interpretaciones. Por otra parte, Dogma goza de los típicos diálogos de Smith, a los que habría que añadir un acabado bastante superior al que nos tenía acostumbrados el director en sus trabajos anteriores (supongo que influiría, y mucho, la presencia de Damon y Affleck, quienes por entonces eran la nueva sensación de Hollywood). Convendría señalar como una de las mayores pegas su excesiva duración y un humor que, en ocasiones, resulta demasiado burdo. A pesar de ello la película es puro divertimento, con el aliciente que le otorga el toque único de su director.