Extraña película de contexto turco, en la que cabe destacar el curioso montaje sonido. Desde la situación de permanente frontera entre dos zonas, entre dos espacios, con el frio calando los huesos, una especie de hombre desgarrado y desbordado de emociones se nos presenta en la pantalla. La tensión de dos pulsiones, razón-emoción, dios-tierra, tara (física o mental)-abrazo. Animal y humano se revelan unidos.

Es este un filme que flota en una nube de una posible reflexión interesante sobre la condición humana, tanto personal como en sociedad, pero que a mi gusto no lleva a ninguna parte. Esta película se mueve de descoloque en descoloque, sin saber muy bien por donde van las cosas. Tal vez el librarse de toda etiqueta sea una virtud, pero no acabo de poder degustarla. Tal vez por la distancia con el ideario turco, tal vez por un argumento que no cuaja y una puesta en escena que no acaba de revelar con la poética de la imagen, la cosa es que esta película no llega. No obstante me deja con la duda de qué me puedo estar perdiendo; tal vez en un futuro le intente dar una nueva oportunidad.

Uso curioso del sonido en ciertas partes, sin casi filtros y en general pocos recursos técnicos, sus planos secuencia son más una línea recta que no acaba de llegar a ningun lado, dejando espacio para una reflexión que no se manifiesta en la imagen, no habla un lenguaje universal. Quizá toda la película sea una metáfora de libre interpretación, en una realidad metafísica en el que todo se combina: mundo contemporáneo, quietud, fronteras, gobierno militar, lobos...

Una película imperfecta que te deja sin una sensación definida, sin una idea clara a la que darle una segunda vuelta. Sigo dudando si eso es una virtud o un defecto. Como sea, una visión no recomendable para los detractores de las películas extrañas y lentas, y para los que nos hallamos en territorio reflexivo, no una recomendación, pero bueno, un posible visionado para quien guste.