“Leviathan” es un hijo de su tiempo. Aprovechando el tirón del “Aliens” (1986) de James Cameron y de “Abyss”(1989) del mismo director, añadiéndole una pizca de “La cosa” (1982) de Carpenter, George P. Cosmatos creó un híbrido con evidentes intereses comerciales.

En esta ocasión, nos encontramos en una plataforma minera situada a varios kilómetros de profundidad en el Atlántico. Por accidente, uno de los mineros encuentra un buque soviético hundido y una caja fuerte con diversas pertenencias, entre las cuales se encuentra una petaca con una extraña bebida. El equipo descubrirá a su vez que una horrorosa criatura está mutando dentro de sus instalaciones y les dará caza sin compasión…

El filme se divide en dos partes: una primera bastante conseguida, con un buen pulso narrativo y grandes dosis de tensión. Es un thriller de terror a la vieja usanza, con un siempre encantador estilo ochentero. En cambio la segunda parte para a ser un thriller de acción muy convencional y a ratos hasta algo cutre, y no necesariamente por el buen trabajo realizado por Stan Winston sino más bien por una dirección algo pobre de Cosmatos, el cual ya llevaba dos títulos de acción de fama reconocida a sus espaldas como “Rambo 2” (1985) y “Cobra” (1986).

Un título más de los muchos que la criatura de H.R. Giger inspiró en la imaginación de los guionistas y, sobre todo, en los bolsillos de los productores desde los ochenta hasta hoy. Pero “Leviathan”, al menos, siempre tendrá más encanto que cualquier “Aliens vs. Predator” que nos tiren a la cara.