Cuarta entrega en la gran pantalla de las aventuras de la tripulación de la Enterprise, con el mismísimo Leonard Nimoy detrás de las cámaras igual que en la entrega anterior.

En este episodio hay un claro giro argumental y de estilo con respecto a las dos películas anteriores, pues se deja a un lado la trama del proyecto Génesis, la aventura espacial pura y dura, y se aboga por un tono más humorístico para desinflar en algo el tono dramático de la serie, algo que muchos "trekkies" no agradecieron pues argumentaban que se alejaba mucho del espíritu original e, incluso, se ridiculizaban a los personajes. Nada más lejos de la realidad, pues "Star Trek IV" no sólo merece formar parte de la saga, sino que supone un soplo de aire fresco necesario en la serie.

El capitán Kirk y la antigua tripulación de la Enterprise (recordemos que quedó totalmente destruida en el episodio anterior) deben viajar al pasado, concretamente a 1986, en una nave Klingon para secuestrar un par de ballenas grises, extintas en el siglo XXIII. Ello será la excusa perfecta para que se de un curioso choque cultural entre civilizaciones separadas temporalmente, con lo que veremos a Kirk y compañía lidiando con la "salvaje" sociedad del San Francisco de los '80. Los divertidos "gags" sobre el desconocimiento de muchas cosas que en el siglo XXIII son tan obvias, abundan y hacen de este filme uno de los más simpáticos y entretenidos de toda la saga. Además, cuenta con un claro mensaje ecologista, alertando sobre los peligros de la caza furtiva de especies en extinción.

Cinta entretenida, con buen humor y recomendada no sólo para los incondicionales.