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Spain Spain · Somewhere Far Beyond
Richy rating:
5
Drama A striking portrait of drifters and seekers in post World War II America, Paul Thomas Anderson’s The Master unfolds the journey of Freddie Quell (Joaquin Phoenix), a Naval veteran who arrives home from war unsettled and uncertain of his future—until he is tantalized by The Cause and its charismatic leader, Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman).
Language of the review:
  • es
April 30, 2013
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“The Master” es una de esas películas que no sabes por dónde cogerla. Su abrumadora acogida por la mayoría de los críticos y su extenso palmarés (aunque casi todo sean nominaciones) la convierten en un reclamo para cualquier cinéfilo. Y si, además, se trata de un tema de interés, el director tiene cierto renombre y los actores son de nivel, la elección es segura. Precisamente por todo ello es por lo que resulta una decepción.

El filme cuenta la historia de Freddie Quell (Joaquin Phoenix), un veterano de la SGM que ha acabado con muchos trastornos obsesivos y se encuentra vagabundeando en la sociedad de posguerra. Freddie conoce a Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), una especie de iluminado que dirige un movimiento conocido como “La Causa”, y se une al grupo para ayudar a propagar sus enseñanzas.

El filme de Thomas Anderson pretende mostrar cómo se originan las sectas, sus métodos de iniciación, su control mental y, sobre todo, la alineación que crean entre sus seguidores respecto al exterior. Si bien se ha vendido como los orígenes de la Iglesia de la Cienciología, la cinta intenta reflejar sus fundamentos y, sobre todo, estudia la razón psicológica y emocional de Lancaster Dodd, alter-ego de L. Ron Hubbard. Y digo intenta, porque no consigue aclarar absolutamente nada.

Anderson nos muestra la aterradora capacidad de dominio de la hipnosis de Lancaster como medio de iniciación y puesta a prueba de sus acólitos, aprovechando la frágil y trastornada mentalidad de Freddie. Nos muestra al Maestro como un tipo medio loco que se rodea de locos, todos creyéndose sus propias mentiras, plasmadas en los libros que escribe Lancaster y que son las sagradas escrituras de la hermandad. Sus seguidores no pueden moverse más allá de la realidad que “La Causa” ha creado, pero nunca se aclara con seguridad si lo que muestra Anderson es sólo un ejercicio de paranoia psicológica o pretende mostrarnos la realidad de la Cienciología.

Los dos personajes principales crecen a distintos niveles. Freddie es el mercenario del movimiento, la fuerza bruta sin la cual Lancaster no puede predicar su evangelio laico, y Lancaster es para Freddie como un padre que lo ha adoptado y lo ha llevado por el camino de la verdad. Ambos se necesitan entre sí, pero a la misma vez se autoexcluyen e, incluso, se odian en los escasos momentos en los que “La Causa” no entra en sus conversaciones.

La película deja un sabor agridulce, más agrio que dulce. Su desarrollo está repleto de trompicones, las escenas se suceden en colección sin linealidad, y al final el espectador acaba cansado de tanta inconsistencia y tantos rodeos sin que Anderson se moje en ningún momento, dejando en el aire más preguntas que respuestas. Quizás el fin último del filme, su verdadera razón de ser, es que no tiene razón de ser, y cada uno puede tomar las conclusiones que, según su cultura o sus creencias, más le satisfaga. A mí no me ha satisfecho ninguna, y la única razón por la que apruebo la cinta es por las evidentes cualidades interpretativas de dos monstruos como Joaquin Phoenix y Philip Seymour Hoffman.

¿Thomas Anderson, el nuevo Kubrick? Máyores barbaridades se han oído…
Richy
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