Antes de nada, decir que he llegado, no se como, hasta el segundo episodio de la segunda temporada, donde mi capacidad de aguante ha colapsado, ya no veo más, sería más interesante la vida de un caminante errabundo gruñendo que la de estos tediosos protagonistas, odio a todos, quiero que mueran, a veces cierro los ojos y deseo con fuerza que algún muerto viviente devore las entrañas del padre feo ese que no se ni como se llama, y que decir de su mujer, el típico matrimonio de pedantes sin una pizca de carisma, que van de buenos y son unos apestosos. Sus hijos, un niño adicto a los estupefacientes, con el pelo cochifrito, que su único propósito en el serie es registrar botiquines y parecerse al Barajas. La niña, una Hanna Montana estilizada que se pasa las horas muertas haciendo cibersexo con un tal Jack, y el otro niño que esta con el típico trauma fácil porque su mama ha muerto a manos de su papichulo, y esta en plan rebelde y enfadado con el mundo, cruzo los dedos porque muera entre terribles sufrimientos.
Los demás nada, no son de la familia pero se han juntado en una relación simbiótica, para hacer bulto y pretender que cuando alguno muera, importe al espectador. El señor Miyagi, experto en tortura y pescador, que va de misterioso y es un plasta, el negro ese, que de vez en cuando dice algo y se ríe, o va de sobrado con sus gafas de sol, recordando a sus compañeros de fatigas que el barco es suyo, y una chica por ahí haciendo bulto.
Las trama de la serie consiste en aburrir, ir andando por ahí, cenar, quedarse en su casa, o donde moren en en ese momento, jugar con el móvil, soltar charlas, mirar al horizonte con cara de interesantes, comer pescado, repetirse unos a otros que el mundo ha cambiado y aburrir a todo aquel que se cruza en su camino.
Confío en que Rick se los encuentre y les robe todo y les despelleje y eche sal en sus heridas y los deje morir al sol, pasto de las moscas.