"El lobo de Wall Street" sobrevive tan bien a sus excesos gracias en buena parte al equipo comercial que tiene detrás. Quizás si esta película fuese española su sexo y su lenguaje serían más critizados aún y la película sería de las peores jamás vistas. Pero con Scorsese y DiCaprio a la cabeza (y también un guión genial, todo sea dicho), esos excesos quedan incluso mejor aún en la película.
La historia es increíble y magistralmente narrada a través de sus densas tres horas, conducida por un DiCaprio poseído por el alma de Jordan Belfort y transformado hasta el límite. El resto de actores le acompañan de manera fenomenal. La banda sonora, con numerosos temas (muy típico de Scorsese) es típicamente buena. Los momentos de humor realmente funcionan, y eso no es sólo gracias a los chistes sino también a la interpretación de los actores y a la empatía y carisma derrochada en los espectadores.
Una obra maestra insólita y total.