Hay cierta escena, que me recuerda a esos chistes sobre violación con toda la mala leche y misoginia, pero que de alguna manera el cómico logra sortear la moral de los espectadores como si estuviera esquivando rayos láser milimétricos dentro de una habitación, o mejor dicho, con un cadáver. Es imposible hacer un chiste o sacar una carcajada con un muerto encerrado en una habitación. Pero por Cristo, Lubitsch lo ha conseguido. Y todo culmina con una frase existencialmente divertida.

Disfrute la película y sea testigo de los nazis interpretando la comedia mas grande jamás vista en el celuloide.