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España España · A Coruña
Críticas de Marafarinha
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Críticas 89
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
7 de junio de 2016
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Disney se atrevió en 1951 a llevar al cine la célebre novela de Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas. Aunque hacerle justicia a tal obra literaria, una explosión de ingenio encubierto en un libro infantil, era prácticamente imposible, lo cierto es que la compañía cinematográfica salió bastante airosa del paso. Se convirtió en una película que aún, a día de hoy, sigue enamorando a niños y mayores, con su tétrico simbolismo encubierto y un ritmo complejo y rico en personajes y situaciones.

En el año 2010, se llevó a cabo el ambicioso proyecto firmado por Tim Burton. Con los medios actuales, Disney daría una vuelta de tuerca a la historia original, acercándonos una pequeña obra de arte con tintes oscuros, mostrándonos a una Alicia heroica, feminista y fuerte. La crítica se mostró entusiasta con este trabajo y, por supuesto, los que somos seguidores y admiradores del espíritu de la niña que siguió al conejo, nos dimos por satisfechos.

Al rebufo del éxito, buscando proseguir con la saga, en 2016 se estrena Alicia a través del espejo, a la que podíamos mirar con grandes expectativas. A pesar de no contar con Burton, el tráiler promocional y los carteles auguraban otro de estos trabajos hechos con cariños, no reñidos con la calidad, y que rompen moldes dentro del cine infantil, también para adultos.

Lo cierto es que casi lo consigue, al menos al principio.

Alicia, convertida en capitana del barco que ha heredado de su padre, se encuentra en una encrucijada cuando, a la vuelta de meses navegando por el mundo, su madre ha decidido vender el Maravillas a Hemigeich, impertinente personaje que osa mofarse de ella delante del resto de hombres de la compañía. La joven, muy acertadamente interpretada por una hermosísima Mia Wasikowska, entra en una de las habitaciones de la mansión donde tiene lugar la reunión y, siguiendo a una mariposa azul, se introduce por un misterioso espejo.

Alicia se reencuentra con sus amigos, destacando a la Reina Blanca, el Gato Cheshire (de un diseño espectacular) y el Sombrero Loco (con un maquillaje y estética sublime). La joven es llamada de vuelta a Loquilandia para ayudar al Sombrero que, por un súbdito recuerdo, está enfermando de tristeza. El argumento, bastante flojo y apurado, llevará a la heroína a un viaje a través del tiempo.

Un gran despliegue de medios y una material visual excelente, para un guion con poca imaginación y carente de originalidad. Chirría por momentos, alejando de sí el espíritu colectivo de locura que esperamos los fanáticos de un lugar donde no existen los imposibles. Se produce una especie de viaje, dentro de un viaje, de Alicia a través del tiempo, convirtiéndose en una protagonista a la fuerza de una historia que, a ratos, va desfilándose como un globo.

Es molestamente pretenciosa (como Interstellar, salvando las distancias, por supuesto. El film de Nolan tiene todavía más delito), divagando en temas trascendentales como la vida, la muerte y el tiempo. El tiempo, que aparece en forma de hombre secundado por unos hombrecillos de hojalata, con quien nuestra protagonista comparte escenas de diálogos y persecución demasiado largas, soporíferas e innecesarias.

Hay, sin embargo, parte salvables. El humor está bastante presente, y nos ameniza la hora del té. Aunque creo que, en general, el ingenio del Gato Risón o del Conejo Blanco están poco explotados, la celebración del no cumpleaños sigue siendo una de las partes más divertidas.

El viaje al pasado supone un invento importante del argumento, muy alejado del libro original. Además, sigue habiendo partes que han pasado de largo, pudiendo haber enriquecido el film, como el internamiento de Alicia en un psiquiátrico o la historia de la infancia de nuestro querido Sombrerero.

En términos generales, peca de simplona. Un gran material que no han sabido pulir. Un atentando, perdonable, al mundo de Alicia.

Podrían haberlo hecho infinitamente mejor.
Marafarinha
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6
30 de mayo de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Spotlight" ha sido la flamante ganadora del Oscar a Mejor Película. Y aunque los escépticos pueden elevar sus voces para poner en duda la valía de tal galardón, lo cierto es que su mérito tiene, y hay que reconocérselo. Si bien es verdad que el film congrega muchísimas carencias, esto queda ensombrecido por una historia transgresora, atrevida y poderosa. A veces con esto basta, pero solo a veces.

El cine está cargado de frustraciones para aquellos que lo amamos, y resulta un tanto cansino caer en la crítica visceral y constante. Por eso merece la pena ser selectivos y esperar a estas pequeñas películas que quieren ofrecer algo diferente, hacer honor al Séptimo Arte y limpiarse las botas antes de pasar a las salas de cine. He tardado un poco en ver "Spotlight", mi afán por ver los estrenos de inmediato ha decaído estrepitosamente... ¡Lo siento!

El tema en sí me atrajo desde que vi el tráiler y la anoté en mi lista mental de pendientes. Para qué negar el atractivo que puede tener un film de denunciar al sector del clero (muy matizado, por cierto, de que se trata de la Iglesia Católica de forma estricta, las demás parecen quedar fuera de toda consideración), en la recurrente premisa de un grupo periodístico cuya vida laboral e íntima gira entorno al trabajo y a su dedicación absoluta a él.

Dejemos a un lado estas licencias. "Spotlight" tiene un gran potencial y Thomas McCarthy es consciente de ello. Además, se ha valido de un reparto bastante variopinto, con rostros queridos por los espectadores y que se dejan la piel en la interpretación de papeles en los que se representan a sí mismos. Mark Ruffalo tiene mucha fuerza y peso, aunque su personaje está lleno de estigmas. Michael Keaton con su seriedad y elegancia, que no deja de recordarnos a "Birdman" con insistencia. Rachel McAdams en su cómodo rol de chica periodista y sonriente.

Con esto quiero señalar que lo de verdad es lo que va desfilando frente a nosotros. Hablamos de abusos sexuales a menores, en un porcentaje que alarma de sacerdotes. Y hablamos del silencio y del afán por los jueces y el gobierno de encubrirlo todo. Es como una sombra oscura sobre la fe (otra de tantas, ¿de que nos sorprendemos?). Las dos horas de película avanzan entre conversaciones en la oficina, cafés corriendo por la calle y llamas de teléfono entre abogados. También podemos encontrar dos conversaciones con "víctimas" de abusos que, si bien son interesantes, podían serlo más.

Hubiera preferido que "Spotlight" fuera un documental sobre el tema, porque creo que el film se queda a caballo entre la ficción y la realidad, con un ritmo muy tedioso y poco enriquecido. Aún así, merecido Oscar y reconocimiento, porque es un proyecto cinematográfico con muchísimo coraje.
Marafarinha
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El recuerdo de Marnie
Japón2014
7,1
5.642
Animación
9
27 de mayo de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentimientos, hermosura, paisajes, arte y mucho simbolismo. La fantasía y la realidad se entremezclan en las joyas cinematográficas de Studios Ghibli porque, sea cual sea el argumento, siempre consiguen explotar ideas nuevas, pulirlas, convertirlas en algo brillante, en algo que hipnotiza al espectador. Un emblemático cuadro plagado de matices y caminos, o un cuadro eterno inundado de colores y hermosura. O un libro, un diario, escondido detrás de una estantería.

"El recuerdo de Marnie" es una película que narra la llegada de Anna, una joven solitaria y torturada, a un pueblo rural junto con la familia Pegg, donde su madre espera que se recupere. Mientras los pensamientos torturan a la muchacha, incapaz de ser feliz, de encontrar su lugar, como si la vida en su misma esencia doliera, va impregnando las horas de un verano eterno escapándose al pantano, echando la vista a la mansión día tras día. Un hogar enorme que parece abandonado. Sin embargo, la luz de una de las habitaciones se enciende. Un día, se cruza con Marnie, una hermosa joven de cabellos rubios y voz tibia. Juntas, sin pensarlo, empezarán a compartir sus temores y su dolor, abrazándose con fuerza. Pero, en ocasiones, dejarse llevar por el corazón es peligroso.

La que, cabe la posibilidad, sea la última película de los célebres estudios que nos regalaron películas como "Mi vecino Totoro" o "La princesa Mononoke", es una auténtica maravilla en todos los sentidos. Un drama que ahonda en la difícil edad de la adolescencia y en los fantasmas grises que asolan los traumas de la infancia. Anna, la protagonista, es un personaje fascinante, complicado y muy bien definido. Su carácter hosco y tímido hace que, desde los primeros minutos, domine por completo la trama y envuelva al lector. En ella, y en su despertar personal, recae el absoluto peso del film. Era importante que fuera fuerte. Y así lo es.

Anna dibuja con insistencia, dibuja para liberarse, porque no conoce otra forma de vivir. Afila su lápiz y mira a la mansión. El mundo que creía conocer no existe y, en su lugar, se abre uno nuevo. Ella tan solo quiere que todos los días de su vida sean normales, pero algo lo impide. Algo muy fuerte que nace de sí misma, como una brecha a otros mundos a los que nadie más parece poder ir. Su cabello corto y sus ojos azules navegan en otro lugar paralelo... hermoso y aterrador.

Marnie se convertirá en su amiga, en su clavo ardiendo, en su obsesión. Marnie pasará a formar parte del núcleo de su existencia, sin que nada más importe. El desasosiego y el cariño se entremezclan en una amistad tan imparable como la marea del pantano. Ambas chicas, mantienen sus encuentros en secreto, como si fueran prohibidos. O como si fueran imposibles.

Y entre barcas que navegan, entre pintoras que se postran ante una mansión abandonada, entre el sol que se pone todos los días y los sueños perturbadores en la noche, avanza este film, con una banda sonora hermosa y un ritmo dulce y delicado. Hay amor, verdad y cariño en la forma de contar la historia de Anna y Marnie. Hay alma en cada fotograma.

Brillante, espectacular e inolvidable. Otra vez, los Studios Ghibli vuelven a emocionar. Y espero que no sea por última vez.
Marafarinha
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10
11 de mayo de 2016
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Olivo estaba rodeado de vida, porque él había dirigido la vida de una familia generación tras generación. Dos mil años reflejan los recovecos de su eterno tronco y la brillantez de sus pequeñas hojas, desafiando hasta la luz de sol. Esa plantación representa mucho más de lo que puede creerse a simple vista. Y no es por su fascinante belleza, por el reflejo de la fuerza inmutable de la naturaleza, ni tampoco por su legado milenario. Para Alma, una joven de veinte años y un fuerte carácter salvaje, lo es todo. Todo por su ausencia, esa ausencia que también se ha llevado los recuerdos de su abuelo.

Porque desde que el padre y el tío de la muchacha decidieron vender dicho Olivo para abrir un restaurante, su abuelo se apagó como lo hacen las brasas arrojadas al río. Y Alma sintió que tuvo que crecer muy deprisa, que tuvo que trabajar duro, anclada en el más absoluto resentimiento hacia su padre por haberle arrebatado lo que más amaba. Para ella, los recuerdos son tan vívidos... tanto como ausentes para el anciano.

Y de esta forma, cuando la rutina no parece tener escapatoria, y el dolor y el miedo de perderlo para siempre le provocan un sufrimiento demasiado intenso, en ella se desata la locura. Arrastra a su tío y a su amigo Rafa a un viaje hacia Alemania para recuperar el Olivo. Esos dos días de camino servirán, sobre todo, para ir juntando las piezas de unos sentimientos que la rompen, para redescubrirse a sí misma y para ayudarla a enfrentarse a una realidad innegable.

El film es, simplemente, espectacular. El tinte puramente costumbrista, juntado con una estética pura, sin condecoraciones y natural, lo hace ser grande. Anna Castillo se muestra como una actriz feroz, desgarradora y hermosa en todas sus facetas. Su mirada siempre está perdida en el horizonte, mirando más allá. Sus pupilas están plagadas de aquello que se perdió y ansía recuperar. Además, las cicatrices de una relación desgastada y mustia con su padre la hacen querer imponerse a la necesidad de perdón.

El Sol amenaza con caerse. Con caerse. Con caer. Ella quiere mantenerse imperturbable como un tótem ante cualquier adversidad. Se cree grande, pero se siente pequeña, diminuta. Alma agarra la vida con uñas y dientes, porque es una de estas personas pasionales dignas de admiración y valentía. No se resigna a perder las raíces, las mismas que las de su Olivo.

Sobras las palabras para recomendar esta historia sobre un abuelo sin recuerdos, un Olivo perdido y una nieta coraje.

Brillantemente sobrecogedora.
Marafarinha
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6
27 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Techo y comida" es uno de estos films agónicos que incomodan, y mucho. Su fin no es recrearse en el Séptimo Arte, ni ofrecer una película de culto. No, su única meta es la denuncia socio política de un problema más que real: el paro, la falta de medios económicos y las pocas (o nulas) ayudas del Estado para estas situaciones de exclusión social.

Es Natalia de Molina, ganadora del Goya a mejor actriz, quien salva el trascurso del largometraje de manera bastante airosa. Interpreta a Rocío, una madre soltera, sin trabajo ni medios económicos, que ocupa un alquiler que no puede pagar y alimenta a su hijo con bocadillos de salchichas y vasos de leche rebajados con agua. A ella rara vez tenemos el gusto de verla comer. Se presenta ante una tesitura límite, a la que no sabe cómo hacer frente. Da la impresión de que Rocío está demasiado bloqueada cómo para actuar, apenas pone empeño y la sociedad tampoco le ayuda abrirse camino.

Se crea una atmósfera claustrofóbica, que nos hace removernos en nuestros sillones y apartar la mirada de nuestros televisores de plasma. De repente, nos damos cuenta que ese sándwich que devoramos sin darnos cuenta es un lujo, y que ese café caliente también. Porque para Rocío, y para su hijo Adrián, prepararse un plato de patatas fritas con una hamburguesa es asistir a un restaurante de alto nivel.

Refleja el gran vacío burocrático al que personas pobres y sin recursos tienen que enfrentarse. A la total y absoluta incomprensión de un sistema del "bienestar" que no encuentra maneras de ayudar a quiénes no tienen cómo ganarse la vida. Los organismos públicos se encogen de hombros con incomodidad, se escudan en conversaciones triviales y lo lamentan sin sinceridad. Pero mientras tardan seis meses en concederle cien euros para comer al mes (¡¡100€!!), Rocío tiene que conseguir alimentos, champú y zapatillas para su hijo pequeño.

"Techo y comida" se trata de un cuadro crudo que refleja una realidad actual y vergonzosa. Y dolorosa. Sin embargo, no logra crear esa empatía necesaria, ni tampoco esa sinceridad. Lo que pretende ser un reflejo costumbrista, se queda vacío y sin alma. El guion de una vida está poco explotado, y cabría esperar algo más.

Sin embargo, he de decir que este tipo de proyectos son muy necesarios para la conciencia social. No estaría mal que los políticos que gobiernan nuestro país se tomasen una hora y pico de su vida en verla. O, mejor aún, en experimentarla.
Marafarinha
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