Sencillez a raudales, que no simpleza. Naturalidad investida con calma de una belleza mesurada. Ojos habladores y descriptivos que miran a una lontananza vacía de motivación, cuando el amor regalado es millones de veces mayor al recibido. Narración de un destino negro a toda costa por más que te levantes con ganas de luchar de nuevo. El horizonte siempre es el mismo: frío y desalentador. ¿Por qué ese empeño de las almas cándidas en amar a quién no ama, al menos no a un alma cándida?
Rara avis que se ve con agrado.

A finales de los 60 yo era alumno de las Escolas Reunidas Da Quinta da Paineira, en el Barrio de Vila Prudente en Sao Paulo, justo al lado del Museo do Ipiranga (Historia del Brasil por antonomasia). Era, y seguirá siendo, un barrio obrero en el que residían muchos españoles forofos de Didi, Garrincha y Pelé. Pero tambien era, y seguramente seguirá siendo, un barrio limítrofe de una favela. Por lo tanto, las clases del cole eran compartidas con niños y niñas de "todos los colores", sobre todo colores sociales. Algunos de mis compañeros y amigos de recreo (siempre descalzos) no tenían elección cuando volvían de la escuela a sus casas. La vida, la supervivencia en un mundo ruin y crudo, se imponía. Lo tomabas o no lo dejabas, no había otras. El nombre de aquella favela no era Cidade de Deus, aunque obligaba a vivir de la misma manera que describe esta pelicula magistral y realista.
La he visto varias veces y, mas alla de la pura añoranza de parte de mi infancia, me reporta fuerza, coraje y pasión por el día a día. Tanto el director como todo su equipo hacen un ejercicio de sinceridad dura y veraz como pocas veces se ha visto en el cine. El cinema brasileiro esta justamente representado.

Viva el cine, viva Tarantino! 
Este señor nunca defrauda, es fiel a si mismo, sigue creando escuela entre chorros de sangre color rojo exagerado, diálogos fluidos y desgarrados, con un sarcasmo impertinente no exento de humor negro. Hablo, como no, de la ultima de Quentin Tarantino "Django Desencadenado".
Un gozo visual del que no debemos privarnos. Un tributo al subgénero añorado del "Spaghetti Western" aderezado con una banda sonora mas que acertada.
No te la puedes perder, es cine en estado puro, es de culto..

No me ha arrancado ni tan siquiera una sonrisa. Es evidente que todos hemos envejecido perdiendo capacidades, pero yo me siento orgulloso de una que he conservado intacta: el buen humor. Y por mucho que lo intento, Almodóvar ya no me lo depierta. Atrás quedaron aquellos asombros gozosos de "Mujeres al borde..." en la que todo fluía fresco y regocijante inundando la pantalla de colores antes imposibles. Esos colores se han perpetuado en la obra del cineasta manchego, se ha depurado su técnica hasta lo magistral y ha conseguido que sus actores lo imiten a él por encima de todas las cosas, pero hemos pagado caro tanto diseño made in La Mancha. Puede que queden vehículos inundados de plumón pasado de rosca y de locas lenguaraces, puede que el universo ultra bisex exista en la mente soporífera de algún que otro creador trasnochado, pero las formas de contarlo ya no son las de la movida. La gente de hoy seguro que no entenderá lo que los abuelos, que en tiempos fuimos post-modernos, les contamos utilizando el argot de antaño.
Me he pasado las dos horas deseando una genialidad que diera sentido a mis espectativas y, muy a mi pesar, he sentido la herida fría de la pérdida de entusiasmo y de oro (mi tiempo lo es). Por lo menos, me queda el consuelo de saber que no me afectará en negativo cuando nuestros académicos la obvien para representarnos en los próximos Oscars.

Película juvenil con vocación de familiar, a caballo entre lo irreal atemporal, lo inquisitorio modélco y lo imaginario onírico... Vamos: una paparruchada que, si no fuera por la acción casi constante, reultaría infumable. ¡Con los buenos recuerdos que yo tenía de estos hermanitos atrevidos, me los hacen añicos a fuerza de escopetazos adelantados a su época! Es que hay que tener inventiva para rizar de tal manera el rizo ( seguro que los tuvieron de infantes) a estas dos criaturas.
Una amalgama de Cazafantasmas malhumorados, ogros avenidos a la sensiblería, cruzados -va a ser que mágicos por una vez- salvadores de niños ajenos, brujas blancas y negras a cuales más sensuales. ¡Este Hollywood! Se atreve a repetir la misma historia que otras veces, a calcar situaciones, a plagiar personajes, a seguir paso a paso el guión que vamos adivinando desde los primeros planos.
Bueno, por lo menos, es fiel a sus principios: a divertir como sea, que para eso fue creado el séptimo arte.