Cuando puntúo películas con nota superior al 7, me baso en varios principios: un buen guión, realización original, diálogos interesantes y con sentido, etc. En Yellow Submarine aparecen pocos de estos factores, pues el guión es bastante simplón y hasta infantil, los diálogos... bueno, los diálogos... La animación tampoco es nada del otro mundo, pero es de esas películas que te enganchan y no puedes dejar de prestar atención hasta los tçitulos de crédito y luego, aunque no tengas mucho en que pensar sobre la película, te embarga una agradable y extraña sensación de paz.
Es un placer para la vista, pues los dibujos representan a la perfección la cultura pop y psicodélica británica del momento, y la banda sonora (de lo más experimental del cuarteto de Liverpool) merece un 15 sobre 10.

Es la primera película que veo del Sr. Dreyer y ya estoy ansioso por ver la siguiente. Me ha parecido BRUTAL en muchos aspectos, siendo el que más la fotografía. Se avanza totalmente a su época con esos planos retorcidos, picados y contrapicados, raramente encuadrados para una película de los años 20, travellings, que en un film actual encontraríamos originales ¡¡y es que es de 1928!! Me atrevería a decir que es la mejor fotografía que he visto en una película muda, tal vez con excepción de alguna que otra obra de arte del expresionismo alemán.

El hecho de grabar la película casi íntegramente con primeros planos es un intento logrado de hacer un gran retrato psicológico de todos los personajes, cual cuadro de Rembrandt. Es en eso donde radica su grandeza, el plasmar los pensamientos y debilidades de los personajes sin palabras. Y qué decir de la muy notable interpretación de la Sra. Falconetti, también muy muy actual (lejos de las falsas interpretaciones teatrales de los metrajes contemporáneos de los años 20, se entiende), que te hace leer en profundidad el alma de la protagonista en constante lucha (lejos, muy lejos del espectáculo barato del Sr. Besson, pues esto es una lucha de verdad, una lucha con uno mismo) y su tormento, su devoción a Dios (sin caer en edulcoraciones melodramáticas hollywoodienses, gracias, Sr. Dreyer).

Para concluir, decir que esto es una bellísima y grandísima obra de arte que debe perdurar por los siglos de los siglos, Amén.

Sí, hacer un remake es algo innecesario. Hacer lo que ya se ha hecho me parece absurdo. Hay excepciones, claro, como por ejemplo Scarface de Brian De Palma; pero no son más que eso: excepciones.
A partir de aquí, como cineasta sabes que partes con una limitación (no creas nada nuevo), por tanto el objetivo será intentar darle un toque personal, algo de originalidad, que mantenga lo bueno de la primera y añadirle algo más. Mi pregunta es: Siendo tan buena la de Mankievicz, ¿qué puedes añadirle? Tienes dos opciones: o copiarla plano por plano o estropearla. Creo que se sobreentiende qué es lo que eligió el Sr. Branagh. Si por originalidad este señor entiende que montar una escenita medio homosexual en lugar de las sutilezas en los diálogos y el juego tan retorcidamente divertido de su predecesora, ENTONCES ES QUE LA PELÍCULA LE VA GRANDE. Que se centre en Shakespeare y deje de tocar las gónadas al personal.
Respecto al tema actores: Ni Jude Law es Michael Caine de joven, ni Michael Caine es Lawrence Olivier.

Woody Allen nos presenta una nueva película... ¿Nueva? Bueno, el hecho es que esto está más visto que el TBO. Ya sabemos que Woody Allen es un neurótico, un misántropo y que le gustan las muchachas jóvenes como al que más. Entonces, ¿por qué hacer 20 películas alrededor de estos temas si puedes hacer 50? Como mínimo, para marcar un poco la diferencia el reparto es diferente... ¡OH! ¡MILAGRO! Nos pone a un nefasto Larry David que no hace sino imitar a Woody y a Evan Rachel Wood en un papel que habría podido interpretar perfectamente Scarlett Johansson: el de estúpida a más no poder.

En fin, poca gracia en las bromas (no porque sean malas, sino porque están gastadas) y aún menos originalidad.