Un simple documental hubiera sido mejor, aunque la serie, en parte no deja de serlo, pero con el problema de estirarlo como un chicle durante diez episodios. Hasta el cinco no sabes exactamente qué camino va tomar la serie y cuando lo haces y ves el final, te das cuenta de que te quedas como empezaste.

Que sí, que los asesinos en serie que salen aquí son muy interesantes (es imposible negarlo), pero la vida de los tres personajes es puro relleno sustentado por clichés.

Por suerte las interpretaciones, en general, son colosales.

Me temo que el nombre de Fincher incide directamente en la sobrevaloración de la que está gozando esta serie.

Desde la distancia, después de haber pasado un par de meses desde el visionado de la serie, sigo teniendo el mismo sabor excepcional que me produjo esta serie recién vista. Siempre había visto el personaje de Pablo Escobar como algo demasiado trillado ya en el mundo del cine y de las series; nada más lejos de la realidad.

Al principio la cosa empieza bien, introduciéndonos en el mundo a través de los actores americanos, pero, desde mi punto de vista, cuando la serie alcanza su cuna de esplendor respecto a interpretaciones es cuando los actores colombianos alcanzan protagonismo. Ya les gustaría a muchos actores españoles actuales (siempre actuales), tener el nivel de dicción de la media de los que aparecen aquí latinos. Mención especial para Raúl Mendez.

El suspense está bien llevado, desde el primer capítulo va en aumento hasta llegar a su esplendor en el 5, 6 y 7, bajando el ritmo paulatinamente desde el 8 hasta el diez, a expensas de la segunda temporada.

Hacía tiempo que una serie no me enganchaba así y unos actores, hablando en español, me entusiasmaban tanto.

Uno termina de ver esta gran película, porque lo es, es grande en todos sus sentidos y, por lo menos yo he finalizado el visionado con sabor alegre en mi paladar. La película, ya en su primera escena consiguió emocionarme, tiene una batalla épica, artísticamente impecable. Creo que es la mejor de toda la película.

Estamos ante una pieza que destaca por su buen hacer directivo porque, quiera o no, Ridley Scott fue bueno entre otras cosas pero sobre todo, por sus ambientaciones (lo sigue siendo). Ante este punto, solo debo quitarme el sombrero y aplaudir.

Respecto a su argumento, la película aguanta bien, engancha, gracias a la música y a los primeros diálogos en el campo de batalla, que te hacen sentir mariposas en el estómago con la voz en versión original de Russell Crowe. Pero, ahora que ha pasado un rato, creo que el argumento no aguantaría un segundo visionado sin tornar a algunas escenas como, pido perdón, algo rimbombantes.

Aúna algunos clichés, pero gracias a su puesta en escena y a su espectacular música, se convierte en una película que merece la pena ser vista.

Joaquin Phoenix lo clava en su papel de emperador odioso. Mejor que Crowe en general.

Para aprender fundamentos científicos y de botánica orientados al espacio, me compro un libro técnico, porque eso es lo que es esta película. Vaya cosa más insulsa y aburrida.

El 5 va por la ambientación, que, por lo menos en esto, Ridley sigue siendo muy bueno.

Película correcta en su planteamiento y en su desenlace, y además de esto honesta. Woody tiene sus altibajos, como mi atención durante el transcurso de esta película, que ha ido fluctuando un poco por lo menos en la primera hora, pero una vez que la trama toma forma y objetivo, he de decir que me ha gustado.

De nuevo, Joaquin Phoenix vuelve a demostrar que, lo pongas donde lo pongas, se desenvuelve y te hace creer el papel y cómo actúa. Sobre Emma Stone... Otra película más para enamorarte de esta chica si todavía no lo has hecho. Sobre su actuación, de manera objetiva, simplemente correcta. Como debe de estar en este tipo de películas.

Otro punto positivo es que me ha encantado el final.