A pesar de que soy un fanático de Spielberg, he tardado una vida en ver su debut. No puedo justificarlo, pero la iba posponiendo una y otra vez, hasta que por fin decidí hacerlo. Ahora me arrepiento de haber tardado tanto, he disfrutado cada minuto del metraje.

Spielberg utiliza una fórmula sencilla pero muy bien ejecutada que funciona a la perfección. Aunque solo había trabajado para televisión en pequeños proyectos y series, demuestra las grandes habilidades que poseía desde el principio en este primer largometraje. Película llena de planos ingeniosos, utilizando los reflejos en espejos, y planos abiertos en movimiento durante las persecuciones con los que crea una atmósfera de tensión vertiginosa e instantes de angustia. Ahora soy consciente del patrón que creó durante las décadas posteriores y otras producciones con tramas similares. Me trasladó desde el principio hasta la sala de cine de mi ciudad allá por el 2001 cuando vi Nunca Juegues con Extraños (Joy Ride), y claro compararlas sería un acto sacrílego pero existen similitudes evidentes. Y es que cuando algo se hace bien no se puede replicar fácilmente.

El diablo sobre ruedas es un film original, que marca el inicio de una carrera brillante del director. Altamente recomendable, no esperen tanto como yo para verla.

Evidentemente, cuando decidimos ver uno film de estas características ya sabemos lo que vamos a encontrar. Así que no debemos esperar más de lo previsto. La película se deja ver aunque es mejorable. En las escenas de mayor peso dramático Priyanka Chopra no consigue transmitir emoción alguna en el espectador, y además nos encontramos a una Céline Dion sobreactuada ejerciendo su propio rol. Todo lo demás continúa siendo plano.

En esta tercera entrega, el director James Gunn plasma que se lo ha pasado en grande y deja latente que disfruta contando esta historia. Es un muy buen cierre de esta etapa, completamente recomendable y altamente disfrutable. Es toda una fiesta en la que caben momentos muy emotivos, lleven pañuelos.
Muy top James Gunn.

Película que utiliza como escenario en uno de los lugares más terroríficos de EEUU, el sanatorio Waverly Hills de Kentucky. Entorno que acumula numerosos casos e investigaciones paranormales a lo largo de la historia tras su cierre.
Tenía todos los ingredientes para poder ser una historia low cost bien construida con pocos elementos y hace completamente lo opuesto. Desaprovecha el escenario real, se pierde con unos saltos temporales que no llevan a ninguna parte y lo único que consigue es entorpecer el desarrollo argumental continuamente, sumado a la sexualización de las protagonistas femeninas sin razón de ser.
Aburrida desde el minuto 5.