Sí, lo admito, al principio tenía miedo que no estaría a la altura de la primera trilogía, que sería otra película horrorosa como lo fueron las cinco siguientes a La Boda.
También reconozco que como película no es un diez y mucha gente estará de acuerdo con ello, pero solo con la carga emocional que conlleva el acabar una franquicia como es American Pie sin defraudar, y no solo eso, sino que cumpliendo con las expectativas y de sobras, se lo merece.


De las cuatro películas de American Pie (sin tener en cuenta las que van de la 4 a la 8), posiblemente estemos ante la mejor de ellas. Han sabido combinar las historias de los cinco personajes principales, dándoles protagonismo a todos ellos (evidentemente Stifler y Jim tienen más), pero aún así, no sientes en ningún momento que se haya dejado a ninguno de ellos de lado.
Otra grata sorpresa es la cantidad de personajes que vuelven para hacer un corto gag, pero que consiguen darle otro toque más de diversión a la película, haciéndote revivir todos los buenos momentos vividos en las tres anteriores películas.

Eso sí, es una película hecha para los fans. Sino habéis visto las tres anteriores miradlas primeros porque os perderéis una gran cantidad de chistes y bromas que hacen referencia a ellas.

Su único fallo, al principio no te sientes puramente dentro de una auténtica American Pie, pero no os preocupéis, a los 15 minutos ya os sentiréis una vez más como unos adolescentes listos para armar una buena juerga.

En definitiva, un gran final para una gran franquicia, que nos hará recordar una vez más aquella sensación de querer ir con los colegas a hacer todas las locuras habidas y por haber.