Visualmente es bellísima, varios personajes y situaciones tienen un aire a las artísticas películas de estudio Ghibli. El tema del respeto y cuidado a la naturaleza está planteado de forma sensible, hermosa y muy inspiradora. Todo parece estar bien presentado para hacer de la película un recorrido inolvidable, pero el filme se ve enfrascado en una narrativa lenta que en varias oportunidades sencillamente deja de avanzar. La historia se diluye entre interminables escenas de transición; una introducción al conflicto excesivamente larga y un desarrollo que cae en el tedio.

Me llama poderosamente la atención que suceda esto; he visto las películas de Doraemon de forma consecutiva; durante la década de los ochenta fue normal que algunos de sus filmes tuvieran un ritmo mas bien lento y contemplativo, ritmo que ya en los noventas y en los dos mil se aceleró, para dar paso a un tipo de historia mas dinámica y adecuada a los nuevos tiempos, además de la hermosa nueva estilización en la animación. Esta película pese a tener potencial falla drásticamente, y en el intento de darle mas originalidad, contemplación y sensibilidad, termina dejando de lado lo mas básico que debe lograr una película, sencillamente contar una buena historia.