De vez en cuando me extraño de que películas de calidad no hayan merecido aquí ni una crítica. Pocos votos y una media de 6,7, que no está mal, pero se merece mucho más.
Desde hace tiempo, el cine iraní -Kiarostami, Farhadi, Rasoulof y otros- está dando grandes cosas, a pesar de las dificultades del régimen o quizá por eso, porque en las dictaduras hay que ingeniárselas.
Roustayi es de una generación más joven, y esta es su tercera película nominada para la Palma de Oro en Cannes.
He visto pocas veces retratar una familia de este modo tan lleno de matices, con personajes bien dibujados, uno a uno y con una intriga familiar que te tiene pendiente de los siguientes giros, sin hacerse larga siendo de casi tres horas. Con decir que quería saber más de la vida de Leila y de sus cuatro hermanos.
Quienes deseen ver algo distinto y a la vez muy bueno aquí tienen su película.

Madre soltera coreana criando a un hijo en Canadá. El niño, de pequeño, bastante repelente. Sufre acoso. Ella tendrá que enfrentarse a una dura prueba,, digámoslo así, para no contar nada.
Tema muy manido, realización correcta. Actuaciones dentro de la media.
Se hace un tanto larga y la carga emocional se deja para el final, que es lo mejor de la película.
En fin, una más. Se deja ver, pero eso es todo. Es muy probable que a alguien de cultura coreana le diga mucho, porque el trasfondo cultural cuenta y tanto.

Se me había pasado esta película o quizá no la vi en su día, porque Jim Carey me daba grima en los papeles cómicos. Me entero de que este es un papel dramático (?) y me decido a verla, al ver tanto generosos 10 prodigados.
El principio más o menos bien. Pero luego la misma idea de borrar recuerdos me pareció una simpleza y el modo de realizarlo, cutre.
Cuando un guión se complica tanto en algo que en sí es trivial, se nota la trampa ya resulta hasta molesta. No hay la menor intriga y me daba igual que Joel volviera con Clementine o que se hundiera en el helado río Charles.
O sea, quien toda la historia me daba igual.

Reviso esta peli cuando tiene 45 años y qué viejuno todo, qué falso lo de los hippies, cuánto tópico.
Está bien filmada, pero el guión y la trama son insustanciales.
Sucede que la música es muy buena y verdadero reflejo de la época. Las coreografías, salvando alguna exageración de efectos especiales, también es de gran calidad.
Eso sí, es políticamente incorrecta y hoy a nadie se le ocurriría hacer algo así.

Por supuesto, hay que verla con subtítulos. De otro modo, cuando los chavos hablan a la vez, o no, pero rápido y diciendo gonorrea cada dos por tres, no te enteras. Extraño uso del lenguaje: cómo una palabra como esa se convierte en un latiguillo.
Hay escenas entrañables, como la del prostíbulo en mitad de la nada y otras que no se aclaran, como cuando unos tíos los atacan, no se sabe bien por qué o para qué.
La fotografía es muy buena y se recrea en el fascinante e inacabable paisaje. Y la actuación de los chavales, muy buena, en especial la de Carlos Andrés Castañeda.
Pero a todo le falta un hervor, un guión mejor estructurado y una claridad de intención, y sobre todo de explicación. Todo queda muy fragmentado y corre el peligro de aburrir.
Esta y otras películas colombianas que he visto, dan una visión de un país que desde hace mucho tiempo no consigue encontrar un rumbo claro.
Es casi buena, pero para Concha de Oro me parece un despropósito