Robert Zemeckis hizo algo más que una gran film que claramente podríamos identificar en tres mundos que se entrecruzan entre si a cada momento de la película: el pasado el presente y el futuro, la memoria, la percepción y la imaginación están en un completo funcionamiento al limite en la Isla, en El Naufrago, en la necesidad de Noland por construir su propio mundo. Expulsado del primero dominado por el valor del tiempo: "El tiempo es Oro" y privado del tercero al que quiere regresar en busca de Kelly y de una dicha que finalmente nunca es tal.
Esta pedazo de cinta nos demuestra que el hombre es un animal que no tiene las herramientas naturales para enfrentarse a la naturaleza, que es el más carente de todos y por tanto con más necesidades. Que lo conducen si o si a buscar utensilios para crearse su propia realidad y que quien no es capaz de construir su propio mundo no se salva.
Una mención aparte a Wilson, ese personaje que nos enseña que el hombre se construye desde la alteridad, desde el otro.
Zemeckis junto a un Tom Hanks tan intimo como explosivo en su actuación, logran hacer una obra prima acerca de la relación que existe entre el hombre y el mundo. Hacerla no solo creíble sino que entrañable.
Y en la escuela de cualquier cine debería estar su escena final, su protagonista de pie ante los cuatro puntos cardinales y con el rostro a la cámara diciéndote que el mundo siempre es más grande que tu. Notable!

Refrescante sorpresa en tiempos de pandemia. Película completa. El guion se actualiza en cada escena como un engranaje que no decae nunca. Diálogos inteligentes. Escenas para guardar en la hemeroteca cinematográfica. Una banda sonora exquisita. Una temática controversial y global. Algo así como una película de Tarantino, pero con el sello de la seriedad británica de James Bond.

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