Dicen algunas críticas que es una historia que no explota la idea que aporta. Pero es que no se trata de ciencia ficción, sino de los monstros de nuestros propios miedos, límites y errores. El maltrato, el alcohol, el fracaso, la proyección sobre el más débil de las frustraciones y las devastadoras consecuencias de la debilidad. Salvando nuestra vida salvamos millones de vidas, porque recuperar la dignidad de vivir libremente es hacer el mundo un lugar mejor. Sentirnos insignificantes nos conduce a la autodestrucción. Saber que vale la pena salir adelante, como si el destino de millones de inocentes dependiera de nosotros. Salir del hoyo para sacar a la luz lo mejor que tenemos: ganas de vivir. Todos somos pequeños pero todos custodiamos la llama de la humanidad y le debemos el intento de mantenerla viva en nuestro interior. Tal vez así nuestra conciencia salve el mundo.
Esta película es una alegoría, y en lugar de acción y tecnología misteriosa se centra en las emociones y las decisiones. Es una historia de amor, pero de amor por uno mismo. Muy hermosa.

Las críticas que he leído no han comprendido el argumento. Las pistas son pocas y hasta el final uno no puede entender el argumento. La he tenido que ver dos veces.

No sé qué es peor: ese prota violento sin nada que perder que le dispara en el pie al portero de la discoteca, la agente vestida para matar a cien por hora por Paris como una bruja, la policía viendo fútbol mientras tanto, el malo albino y calvo con su bomba sucia… no sé qué clase de súper macho héroe americano se imagina rescatando a su hija en una discoteca a puñetazos rompiendo cabezas de chicos violadores. Todo es estúpido y absurdo en este guion.
Espero no haber hecho spoilers. Me indigna este tipo de ficción. Directa a la basura.