Allen se mete en terrenos de culpabilidad, como suele hacer, pero esta vez mantiene un ritmo "in crescendo" salpicado de sangre. Como ejercicio rítmico es una delicia, pero su sempiterna atención por el plano emotivo está descuadrada, es mas bien un acercamiento a la psicología del suspense, que deja a los personajes rotos, desprotegidos y frágiles ante la cámara, pero sin foco ni profundidad.

Una película necesaria, para las generaciones que se preparan para el cambio de siglo y de milenio. ¿Cúal es nuestro papel en la sociedad? ¿Por qué tenemos que luchar? ¿cuales son nuestros ideales? ¿Qué debemos hacer? Una crítica al dudoso pilar de la moral y lo justo imperantes en la actualidad. Su destructivo yugo acercará a un grupo de jóvenes a cuestionar todos los fenómenos adyacentes a la globalización, que han reducido su vida a una mera tarea automatizada. Su viaje les llevará metafóricamente a buscar una salida a sus frustraciones a base de golpearse, en un ejercicio de rabia y destrucción .