Cuando era pequeño recuerdo que mi madre tenía guardados en una estantería de mi casa todos los VHS de Twin Peaks. Me acuerdo de que una vez los cogí simplemente para curiosear, pero los dejé al instante porque la imagen de Ronette Pulaski cruzando las vías me acojonó de una manera sobrehumana. El pasado otoño, buscando un libro del colegio, encontré las cintas guardadas en unas cajas y decidí que ya era hora de descubrir quién había asesinado a Laura Palmer. Y, Jesucristo, qué maravilla. La imagen de esa chica guapa, popular y tan perfecta muerta, envuelta en plástico, se me quedó grabada en la cabeza. No es por exagerar, pero este piloto es quizás el mejor capítulo de una serie de televisión que he visto en toda mi vida. Es básicamente electrizante, te hace obsesionarte con Twin Peaks y sus habitantes, y, sobre todo, con Laura Palmer.
No es sólo su estética tan misteriosa y enigmática, qué también, si no la forma en que te cuenta la historia, desarrollando unos personajes totalmente únicos e indescriptibles que parece que lo saben todo pero no dicen nada. Además, la mayoría de la trama casi no tiene nada que ver con el asesinato de Laura, es una narración de la vida cotidiana de los habitantes del pueblo, pero logrará engancharte porque es muy diferente al modo en que suelen narrar ese tipo de historias. Lynch te hace preguntarte qué será lo próximo que pasará, porque en una serie como Twin Peaks todo es posible: un enano bailarín, una chica solitaria, enigmática y que cualquiera desearía conocer (Audrey Horne, por supuesto), el agente de policía más fantástico, excéntrico e inolvidable de toda la historia de la televisión (Cooper, que merece un capítulo a parte), un gigante que roba anillos o una señora que habla con leños.
La primera temporada es de lo mejor que he visto en televisión, y los siete u ocho primeros capítulos de la segunda no se quedan atrás, sobre todo la escena en la que el asesino vuelve a actuar, para mí lo más aterrador de toda la serie sin contar el "Meanwhile" de Laura, claro. Luego pierde calidad, hay que admitirlo, pero aún así es mucho mejor que la mayoría de las series que se hacen hoy en día.
Si con esto todavía estáis dudando en ver esta maravilla, sólo os diré que con la escena del primer sueño de Cooper en la Habitación Roja os enamoraréis de Laura Palmer, adoraréis a Dale Cooper y desearéis vivir en un lugar como Twin Peaks.
Pues eso, que Dios salve a David Lynch.

Doy gracias a Dios de que la primera temporada de "El Internado" se grabase antes de su estreno, y lo digo porque estoy convencido de que aquellos seis capítulos son de lo mejor que se ha hecho en la ficción televisiva española, algo que, la verdad, tampoco era muy difícil. Quizás fuese por el hecho de que fue la primera serie de la que me enganché, con diez años, pero de la primera temporada guardo muy buen recuerdo, por eso me voy a centrar en analizar esta solamente.
Para comenzar, la historia central, la investigación de los huérfanos, era realmente buena e, intrigante. La historia daba a veces hasta miedo, como el capítulo aquel de las luces y los ojos de Paula, y en esto ayuda, y mucho, la buena fotografía de la serie con unos muy buenos ambientes nocturnos, y, sobre todo, la excelente banda sonora.
Las tramas secundarias, las personales, que por desgracia se convertirían en principales cuanto más se desarrollaba la serie, te enganchaban de una manera u otra, a parte de que estaban muy bien enlazadas con el misterio central, como si en realidad todas estuviesen conectadas. Los personajes estaban adecuadamente desarrollados, siendo fácil que le cogieras cariño a algunos (Jacinta, Paula), y el hecho de que hubiese buenos actores ayudaba, como Luis Merlo, Amparo Baró o incluso Ana de Armas, que, sorprendentemente, está hasta creíble. Con todo esto la serie conseguía que semana tras semana, durante aquel mes y medio, estuvieses pegado al televisor, y en parte gracias a esos cliffhangers que te descolocaban por completo. Y de este modo, se llegaron a unos seis capítulos muy respetables, aunque con margen de mejora.

De las siguientes temporadas es mejor ni hablar, quizás un poco de la segunda, pero aún así no era lo mismo. Ya no enganchaba igual, y se le dio tanta importancia a las relaciones de los protagonistas que te costaba hasta seguir la trama de misterio. Luego se les fue la cabeza con los nazis, los hermanos secretos, los experimentos y los amoríos, que aquello parecía más una copia surrealista de Física o Química, que ya de por sí es mala con cojones, que una serie de intiga.

Desde aquella temporada me cuesta encontrar una serie de ficción española que verdaderamente ofreciese un poco de calidad, quizás "Crematorio" o "Qué vida más triste", una verdadera pena, porque lo cierto es que en España se podrían hacer series verdaderamente competitivas.