Ante todo tengo que reconocer que Almodóvar es uno (sino el primero) de mis directores favoritos. Amo la manera que tiene de hacer parecer naturales los dramas y complejos más oscuros del ser humano. Un maestro de la transmutación. Alquimista, único en su estilo. Ya quisiera yo ser una Chica Almodóvar.

La piel que habito, una película sobre la identidad. Yo no hago crítica de cine, lo mío es análisis de historias, de tramas.

Con el tema de la bioética, los avances en cirugía plástica, y el melodrama de la confusión entre la violación seguida de asesinato, o no, de su hija, encuentra la excusa perfecta para hablarnos y preguntarnos ¿Quién soy? No es casual que una “bestia” aparezca disfrazada de tal. Todos tenemos una piel, que muta constantemente. Pero es solo un lugar donde habitamos, siempre el verdadero ser espera asomar, paciente a veces como en el caso del doctor Robert o el joven Vicente, y otras inquieto como otros personajes. Así cada uno nos irá mostrando quién es violento, quién abusa de poder, quien lucha incansablemente. Desnudarán sus obsesiones, mentiras, negaciones, resistencias. Podemos cambiar de vestido, de cara, de disfraz. Podemos portar un sexo que no nos pertenece, de todas maneras nuestro verdadera identidad se hará visible.

Y en este tema juega con un cambio de sexo a contra voluntad. Nos muestra la historia desde el lugar opuesto ¿Qué importa si es creíble? ¿Qué pasa si un día despertás y tu apariencia no es la que te pertenece? Ciertamente nadie es quien aparentemente es, todos tienen problemas de identidad cambiada.

Lentamente se irán revelando todos los misterios y los personajes irán quitándose sus máscara. Como dice el poema de Gibran, solo el loco deja caer todas sus máscaras. Los demás se adaptan a su circunstancia, a la piel que habitan de la mejor manera posible para así sí, realizar sus sueños.