Si cometí la errónea decisión de ir a ver esta película no fue porque algunos críticos generalmente bien informados le dieran un notable, ya que también otros muchos la suspendían sin la menor duda.

Acudí para salir de las dudas que me produjo el hecho de que me interesara su ‘Nymphomaniac. Volume I‘ [2013], por su forma de contar cinematográficamente sobre la pulsión vital de la sexualidad femenina; y de que me decepcionara su ‘Nymphomaniac. Volume II‘ [2013], por consistir en una mera recopilación, fría y frígida, de secuencias relativas a una de las variables del masoquismo, el ‘spanking‘.

A mala hora.

Se trata, esta vez, de eternas dos horas y media de una obscura historia filosófica [?], presentada en surrealista clave de humor, con una intencionadamente confusa narración, obra del también guionista, Lars Von Trier, en la que un homicida demente y obsesivo compulsivo defiende -a través de una especie de confesión apoyada en soliloquios autoindulgentes y adobada con variopintas imágenes artíticas- la justificación del asesinato como otra especie de arte, a base de inundar la pantalla de basura socialmente tóxica y poniendo a prueba, de modo gratuito y enfermizo, el masoquista aguante del espectador.

Huelga decir que la gente abandonaba la sala por bandadas. Y lo compartí hasta el punto de huir yo también una hora antes de que el film finalizara. Algo así hay muy pocos que lo toleren sin grave riesgo.

Porque del mismo modo que se cuestionan moralmente las televisadas entrevistas en la cárcel de asesinos en serie, explicando sus porqués, yo cuestiono que una película se base en contarnos, con espeluznantes pelos y señales, cómo un psicópata trata de convencer a una suerte de fantasmal confidente -que, en el fondo, se trata del propio espectador- de sus razones para explicar, justificar, sus crímenes.

Y no sólo por la repugnancia, hasta la arcada, que produce contemplar en la pantalla tales imágenes. También, desde luego, porque el espectador medio no suele contar con el suficiente nivel de conocimientos sobre la psicopatía como para rebatir tales argumentos tan pronto le llegan.

Y eso es socialmente muy peligroso: tanto o más que, por ejemplo, escuchar a un etarra sus justificaciones políticas sobre sus asesinatos terroristas.

Mensajes del guión seleccionados para el propio trailer:

“El cuerpo es el infierno y el alma es el cielo. Algunos afirman que las atrocidades que cometemos en la ficción, son deseos ocultos que no llevamos a cabo en nuestra civilización controlada. Por eso los expresamos mediante nuestro arte. Creo que cielo y el infierno son lo mismo. El alma pertenece al cielo, el cuerpo al infierno. Pienso en todas las cosas que he hecho en la vida sin sufrir el mínimo castigo”

No les digo más.

Sobre las realistas escenas de violencia contra las personas conviene aclarar que siendo de una dureza y pormenorización extremas -lo cual es tan innecesario como, por ejemplo, mostrar en directo una simple defecación- lo verdaderamente inmoral es el envolver tal horror en le recreo explicativo del ejecutor.

Convertir en cine macabras reflexiones justificativas sobre la pspicopatología extrema, son ganas de devolver y no sólo la entrada [2 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]

https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/02/02/la-casa-de-jack-dinamarca-2018-de-yorgos-lanthimos/

Basada en la enloquecida trayectoria, durante 1945, del soldado y criminal de guerra nazi Willi Herold, el film recrea sus atrocidades, que desarrolla desde que deserta de su unidad y comienza a hacer la guerra por su cuenta, asesinando a tirios y troyanos.

Si bien hay que destacar la impecable realización técnica de la película, con una subrayable actuación coral, encomiable ambientación, buena banda sonora y, sobre todo, impactante fotografía en blanco y negro de alto contraste, tengo que decir que el guión, además de tedioso por reiterativo, especialmente en las secuencias de violencia extrema, también psicológica, cae un doble e inmenso error.

Por un lado, al insitir tan machaconamente en una inconmesurable maldad colectiva sin pizca de explicación racional posible, desdibuja precisamente lo que el director pretende, es decir, tratar de explicar, exponer ante el espectador, que la responsabilidad grupal no queda eximida, sino sólo atenuada, por el miedo insuperable refugiado en la obediencia debida, para salvar el pellejo.

Por otro, al embarcar al protagonista en tal suerte de sádica criminalidad sin descanso que se olvida de mostranos otro retrato psicológico que no sea el de su abismal locura, esa carencia absoluta de juicio o uso de la razón que imposibilita la comprensión de la ilicitud del hecho. Lo cual, paradójicamente, le proporciona ese marco de irresponsabilidad penal y quizás también moral, que si bien no le libra de la ejecución a manos de los aliados, sí que puede dejar al espectador con las correspondientes dudas respecto a la justicia de la misma.

También quisiera reseñar que tal relato -creo que también pretendiendo lo contrario, según leo en las entrevistas con el director- se aleja por completo del trascendente asunto de la responsabilidad social de aquella silente ciudadanía que, en gran parte, optó por mirar para otro lado.

Finalmente y ya como cuestión anecdótica, tampoco ayudan nada los fallidos pseudo-homenajes a 'La lista de Schindler' [1993], de Steven Spielberg, y a algunas manidas secuencias pseudo-cabareteras de Bob Fosse.

Gran fotografía de reiterativos horrores nazis a manos de un criminal sin perfilar [6 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM] -
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2018/09/29/el-capitan-alemania-2018-de-robert-schwentke/

A mí Tarantino me parece un gran director del que jamás me pierdo sus novedades. Es muy grande como director, manejando la cámara y gestionando la interpretación de los actores.

También valoro ese desprecio artístico por la corrección política y ese permanente recuerdo de la innata violencia que atesora el ser humano, tan olvidada ultimamente a través del analfabético buenismo y de la condena discriminada de determinadas agresividades, que son diabolizadas con saña hoy en día.

Pero, en todo caso, prefiero optar por el modelo del maestro, Sam Peckinpah. Y no tengo reparos en reafirmar que me molestan soberanamente los excesos y, en consecuencia, detesto la violencia gratuíta del gore radical, por mucha sutil comicidad o ironía con la que se le envuelva.

Dicho lo cual, voy a tratar de explicar las razones por las que la película no sobrepasa, ni por asomo, el notable justo.

Tarantino acostumbra a hacerse con la propiedad intelectual de unos guiones que, teniendo, sin duda, grandes momentos, no suelen ostentar la solidez de una buena historia que dure, al menos, 90 minutos. Es decir, es una gran director pero un mediocre guionista con genialidades, es verdad. El que nos ocupa parece hecho de retazos de algunas novelas de la gran Agatha Christie, tratando de averiguar quién es el malo, aderezado con esas ingeniosas ocurrencias de las que sólo él es capaz.

El ritmo del film es también desigual, con momentos hasta desesperantes que trata inutilmente de salvar con el siempre deleznable artilugio de la voz en off. Además, su exceso de metraje y sus artificial subdivisión en 8 partes no tapan la realidad de que tiene un prólogo aburrido y un epílogo de bestiales y cuasicómicos efectos especiales, homenajes a “Carrie” [1976], de Brian de Palma, incluídos.

La fotografía y la aplicación de Ultra 70mm Panavision resultan adecuados para las escenas exteriores pero obscurecen fatalmente todo lo que concierne a la filmación de interiores, tanto en la diligencia como en el salón, que sólo levanta cabeza cuando a Tarantino le da, sin argumentación alguna, por que se enciendan todas las velas habidas y por haber.

La banda sonora de Morricone es buena y creo que el octogenario maestro acierta al sorprender al director olvidando las partituras que elaboraba para Sergio Leone y acercándose más a las que utilizó para ‘Los Intocables de Eliot Ness’ [1987], también de Brian de Palma.

Como el propio Tarantino ha reconocido, su película es una obra de teatro tan formidablemente filmada que -al contrario de lo ocurrido con el reciente Macbeth [2015], de Justin Kurzel– ha logrado algo tan difícil como hacer cine del teatro, con la única excepción de no haberse despegado del lento ritmo de todo escenario y, en particular, donde más metraje se desarrolla: la posada.

La interpretación es espectacular y coral. A mi me han gustado, especialmente, Samuel L. Jackson, Kurt Russell, Bruce Dern, Tim Roth y Zoë Bell.

Ah, y, si pueden, véanla en versión original.

De Tarantino siempre cabe esperar secuencias magistrales [7 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]

elquiciodelamancebia.wordpress.com/2016/01/17/los-odiosos-ocho-2015-de-quentin-tarantino

Hay semanas en donde no hay mucho donde elegir y, para esos casos, suelo reservar alguna proyección que no me despierta especial interés pero que tampoco adivino como un desastre. ‘Red Joan‘ me pareció de estas últimas teniendo en cuenta que era inglesa -y eso suele garantizar la corrección en materia de ambientación, vestuario, música, fotografía, etc- y en ella participaba la gran Judi Dench.

Craso error. A veces, lo habitualmente correcto no salva de la quema.

Dirigida por Trevor Nunn, un afamado director teatral que lleva más de 20 años sin realizar un film -‘Noche de reyes‘ [1996], adaptación de ‘Twelfth Night´ [s. 1600], de William Shakespeare– da sobradas muestras del porqué.

La clásica producción británica de encargo que pretende ser, al menos, académica, y no lo logra ni por asomo al anclarse en un horrendo guión de Lindsay Shapero que está basado en una novela homónima [2013] escrita por Jennie Rooney e inspirada en la vida de de la espía Melita Norwood (R. Unido,1912-2005)].

Shapero trata de mezclar una pésima historia de amor con un thriller de espías de pacotilla protagonizado por una buenista pacifista -valga la redundancia- que dice que, en época de plena guerra civil española y pre 2ª Guerra Mundial [1937], ella hacía lo que hacía por la paz en el planeta, igualando la maldad entre los bandos enfrentados.

Ya son ganas de contarnos una milonga que ni siquiera tragaron los británicos hace 28 años, teniendo ella ya 80, que fue cuando se enteraron de sus andanzas, gracias a Vassili Mitrokhine -otro espía, éste huido de Rusia- y las relativizaron hasta el punto de ni siquiera procesarla.

En tales circunstancias no resulta extraño que tanto Judi Dench como Sophie Cookson y el resto del reparto se limiten a cumplir con el contrato, sin el menor atisbo de alma y convicción, colaborando, supongo que involuntariamente, en que el presunto melodrama produzca incluso vergüenza ajena.

En fin: un telefilm de los malos, malos, que trata de contar la historia de una alta traición a base de volcarse en los enredos amorosos de la traidora y no en la verdadera motivación, si es que realmente tenía alguna que mereciera calificarse de tal.

Pésimo cine inglés, algo que ni siquiera logra disimular la gran Judi Dench [4 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/05/11/la-espia-roja-r-unido-2018-de-trevor-nunn/

Aun cuando el exceso de publicidad me hizo dudar en un primer momento, tanto la trayectoria del director anglo-irlandés, Martin McDonagh, las abrumadoras críticas, fundadamente favorables, y el casting, facilitaron mi decisión de formarme mi propia opinión.

Acerté de pleno. Una impresionante película, pétrea, impactante, adictiva, surrealista, irónica, costumbrista. Nada de feminismo, por cierto, por mucho que un sector de los analistas insista. Tremenda tragicomedia sarcástica.

Con un formidable guión, con sólidos diálogos, gran ritmo, inteligente montaje, cómplice fotografía, la realización es heredera de los Coen pero también de David Lynch, Sam Peckinpah, Quentin Tarantino, Jim Sheridan, Sergio Leone o el mismísimo John Ford. Violencia, sarcasmo, racismo y ese destino existencialista que todo lo condiciona. Nada de buenos y malos sino más bien de las dos caras de toda personalidad.

La ambientación es apropiadamente sencilla, rural, como si de filmar un 'neowéstern' se tratara, ya que la impregnación es evidente. Con la fotografía de Ben Davis, dotada de la belleza y calidez precisa. Y esos sangrantes anuncios, rojos de sangre con grandes letras negras de muerte: “Violada mientras moría”, “¿Aún ninguna detención?”, “¿Cómo es posible, jefe Willoughby?”.

La interpretación coral es de altísimo nivel, destacando -además de la protagonista, Frances McDormand, esposa de Joel Coen y firme candidata al Oscar- Sam Rockwell, Woody Harrelson, Peter Dinklage y la propia Sandy Martin, en un pequeño pero deslumbrante trabajo. Desentona la elección de Abbie Cornish como esposa del jefe de policía, por su chocante juventud.

La banda sonora empasta perfectamente con tanto con la aportación original de su compositor habitual, Carter Burwell, como con las estupendas composiciones incorporadas [ver banda sonora].

La mayoría opina que el final del film deja abierto el desenlace -y eso sería lo de menos- pero el director deja por el metraje unas cuantas pistas, en torno a los silencios colectivos, para pensar que no es así.

En fin, la película sabe a un cine con gran personalidad, independencia y voz propia, repleto de personajes votantes de Trump, esto es, de la estadounidense América profunda.

Fantástico retrato del bien y del mal en cada protagonista, es decir, la sociedad [8 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2018/01/20/tres-anuncios-en-las-afueras-r-unido-2017-de-martin-mcdonagh/