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Críticas de Suintila
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
9
11 de agosto de 2019
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Recuerdo la primera vez que vi La Delgada Línea Roja después de otros tantos filmes de cine bélico sobradamente conocidos por el público en general. Efectivamente, no me produjo las mismas sensaciones que otras producciones, pero con el tiempo y algo más de madurez, comprendo que la guerra tiene más caras que las que enseñan obras maestras tales como Hermanos de Sangre, The Pacific, Enemigo a las Puertas o la sobradamente mencionada Salvar al Soldado Ryan, probablemente la primera piedra para hacer de la SGM un verdadero espectáculo cuando su director se lo propone.

En 2017, Nolan estrenaba esta película sobre la Operación Dinamo con actores de menos relumbrón a lo acostumbrado, pero con las mismas esperanzas de asistir a un gran estreno y con alguna que otra polémica, como la incorporación de Harry Styles que, a contracorriente, es el soldado con más entrañas a lo largo y ancho de la playa de Dunkerque con permiso de Cillian Murphy, merecido escudero habitual del director.

Con toda sinceridad, y entrando en materia, seguramente no sería el primer sorprendido de la sala al encontrarme con poco menos de 2 horas de ausencia casi absoluta de diálogos o de secuencias inexistentes de atrincheramiento frente a las tropas alemanas. El espigón de la playa es un lugar diferente, romántico a su propio modo y que demanda la fotografía y banda sonora posibles: la primera crea una sensación de paz contradictoria con la agonía de cientos de miles de combatientes deseando regresar a su hogar y la segunda te agarra para arrastrarte hacia lo más profundo del cana, todo ello sin descanso. Los gritos cesan, los barcos se hunden y los aviones aterrizan en el agua, pero los dos titanes nacidos del genio de Hans Zimmer ahora mencionados siguen su curso de forma implacable; el resultado es absoluto.

Preocuparme por la falta de carisma de Fionn Whitehead o la dificultad por encontrar un conflicto real más allá de las breved y lejanas secuencias de combate aéreo era el menor de mis problemas en el momento en el que asistí a las que seguramente sean las mejores escenas de hundimiento de embarcaciones de la historia del cine. Parece una descripción demasiado específica, pero es innegable el mimo y el buen hacer de las secuencias en las que los aparentemente evacuados británicos luchan contra la trampa de agua y acero en que se convierte un destructor cuando es alcanzado por un torpedo.

Es un espectáculo bélico diferente con los ingredientes del Christopher Nolan de siempre, incluyendo a Tom Hardy que, nuevamente, transmite más con la mirada en el asiento de un avión que charlando durante toda la película de Venom, siendo Mad Max: Fury Road el máximo exponente de esta teoría.

Recomiendo verla, para quien no pudiera asistir al cine, con el mejor sonido posible y con paciencia, de lo contrario la experiencia pierde combustible. El espigón requiere de una pausa y expectativas diferentes, pues quien renuncia a seguir nadando nunca saldrá de la playa.

Lo mejor:
• Banda sonora espectacular, Hans Zimmer lo ha vuelto a hacer.
• Fotografía con planos de altísima calidad.
• Un Harry Styles que tiene algo más que decir que lo que muchos esperaban.
• Un argumento original que constituye una rara avis en la SGM.

Lo peor:
• Fionn Whitehead y Kenneth Brannagh pasan sin pena ni gloria.
• Puestos a elegir, sustituir alguna de las historias de los británicos por otra del lado alemán hubiera dado un mayor dinamismo y contraste.
• Se hace innecesaria la línea temporal independiente detrás de cada personaje, en los primeros compases genera una incertidumbre que no contribuye al conjunto.
Suintila
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10
17 de agosto de 2019
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una nueva película de Quentin Tarantino, la novena para ser exactos, generando la mayor de las expectativas y con un aire a despedida, pues empieza el ocaso de uno de los directores con mayor reconocimiento en la industria.

Antes de entrar de lleno en la crítica, me veo obligado a recordar que es legítimo que no te guste Tarantino, así como también lo es el idolatrarlo. Es un egoísta que genera un producto muy particular, independientemente de lo que esté de moda o de las discrepancias entre el público; o le amas o le odias, así de simple. Por suerte para mí, estoy más cerca del primer extremo.

Érase una vez en Hollywood cuenta la historia de una pareja poco común en el cine de hoy, Rick Dalton y Cliff Booth, un actor y su doble de acción, un vínculo tan perpetuo como habitual en los platós de la época a la que se remonta el filme.

Ambos tratan de buscar su identidad, "¿se han acabado mis días de gloria?, ¿alguna vez formaré parte de la élite?, ¿puedo aspirar a algo más que lo que soy en este momento?, ¿me espera algo a parte de vivir de las rentas?, ¿me volverán a contratar para interpretar un gran papel?”; ser una estrella de Hollywood tiene un lado traumático que Tarantino trata de plasmar a lo largo de 2 horas y 45 minutos.

Rick Dalton aporta un personaje complejo, con altibajos constantes fruto de sus adicciones y de sus propias inseguridades frente a una industria que le obliga a ser un héroe duro y varonil si quiere ser tomado en serio. Por suerte para él, Cliff es su “chico para todo”, un “stuntman” conformista y feliz con pasar la noche cenando con su perra (de lo mejor de la película, sin duda).

DiCaprio no necesita carta de presentación y no cabe duda de que una actuación con matices y tan redonda como ésta le valdrá una nominación (aunque Joaquin Phoenix tiene un papel incluso más proclive a la estatuilla en mi opinión). El director tiene una relación muy cercana con el protagonista de El Lobo de Wall Street y sabe cómo hacer que saque todo su potencial; Leo, al contrario que Rick Dalton, nunca será una vieja gloria.

No obstante, el titular no puede quedar sin explicación, y es que Brad Pitt rompe la banca con un papel sobresaliente, sutil, sin necesidad de ser estridente y con toda la naturalidad de un profesional que se siente a gusto con lo que hace. Muchos hubieran puesto el foco en DiCaprio obviando a un Brad Pitt al que se le suponía en horas bajas: se equivocaban. Es Brad Pitt y tiene mucho que decir aún, empezando por esta película en la que absorbe cada escena con apenas un par de líneas.

En tercer lugar tenemos a Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, la parte más controvertida en mi opinión. Entiendo que su falta de diálogo y sus escenas aparentemente escasas de peso argumental son los ingredientes de la argamasa que le da el toque “documental” a la película, pero es una oportunidad perdida para con la actriz que puso en jaque a DiCaprio en, precisamente, la historia de Wall Street antes mencionada.

No podía haber mejor telón de fondo que la secta de Charles Manson. Hubiera sido fácil hacer que todo girase en torno a los asesinatos de los feligreses del fallecido psicópata, pero ese no es el estilo de Tarantino. Coloca esta trama en un segundo plano y se atreve a contar lo que realmente lo que quiere: la historia de la estrella (Sharon Tate), la vieja gloria que nada contracorriente (Rick) y el que, siendo parte de Hollywood, no tiene nada que perder (Cliff).

El resto del casting tiene secundarios de tanto relumbrón que se sienten igualmente desaprovechados, comenzando por el mismísimo Al Pacino (se desquitará en El Irlandés, seguro).

Dando un paso más hacia otros aspectos, el ritmo es personal e intransferible de Tarantino. Al comienzo me preocupó la lentitud y noté cierta decepción, pero era cuestión de que Once Upon a Time cogiera una curva ascendente hasta el clímax final, que constituye una obra maestra. Pocas, poquísimas veces he estado en una sala de cine tan implicada y con ese nivel de reacción a cada línea o escena. Entre medias, tenemos momentos pausados que se alternan con otros de altísima calidad como siempre se han visto en las producciones del director de Kill Bill. El resultado, entonces, es una historia que transforma el previsible aburrimiento en una sensación de comodidad respecto de todo lo que sucede en pantalla; te atrapa y te deja con más ganas de las desventuras de Rick y Cliff.

Se merece una segunda visita, Tarantino abre la puerta de salida y nos deja como recuerdo una obra mucho más personal y melancólica (al fin y al cabo, su niñez se desarrolló en esos mismos años), pero no por ello menos irreverente.

A quien tenga dudas sobre si merece la pena pagar la entrada por casi 3 horas de glorificación y homenajes de quien no ve más allá de su propio talento, le recomiendo que se de cuenta de que probablemente sea la única oportunidad de ver a Leonardo DiCaprio y Brad Pitt montados en un coche de época mientras hablan sobre los hippys y lo cutres que son los spaghetti western: esto es Hollywood.

Lo mejor:
• Actuaciones en su mayoría sobresalientes.
• Un retrato muy cuidado del Hollywood de los 60.
• Las escenas innecesariamente alargadas, la historia “que no cuenta nada” y la banda sonora excelentemente elegida, todo “made in Tarantino”...
• ... Con mención especial de un final lleno de contundencia y humor, de los que no se olvidan.

Lo peor:
• Al Pacino, Lena Dunham y demás secundarios no brillan apenas.
• La cantidad de referencias al cine americano pueden ser abrumadoras para el espectador promedio o aficionado.
• Sobran fácilmente 20 minutos de metraje.
Suintila
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7
8 de septiembre de 2019
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
It sorprendía a propios y extraños en 2017 como un sólido remake de la versión original de la adaptación de la novela de Stephen King y, con cada trailer, se hacía más evidente que una secuela multiplicada en cuanto a oscuridad y madurez iba a ser el paso definitivo que marcase la diferencia entre una buena película y otra digna de recordar meses después. Visto el Capítulo 2, parece que el director Andy Muschietti se ha tomado al pie de la letra aquello de hacer el payaso.

Una segunda parte digna se caracteriza por el equilibrio entre mantener la esencia de la primera y dar un paso más con el fin de ofrecer una excusa por la que merezca la pena pagar la entrada del cine. Sin embargo, It Capítulo 2 pone piedras en su propio camino con un guión excesivamente caricaturizado, deformando la personalidad que se les presume a adultos con traumas que arrastran desde la infancia.

La historia comienza justo después de que El Club de los Perdedores se separe en pleno verano, jurando entretanto volver a reunirse si “Eso” regresa al pueblo de Derry. Tras una serie de apariciones esporádicas del payaso, The Losers llegan a la conclusión de que es la hora de terminar lo que empezaron hace 27 años. Curiosamente, la primera hora de película, resumida en intentos por ponerse de acuerdo entre los protagonistas en cuanto a qué hacer, parece durar, de hecho, 27 años de bostezos.

Es en este punto donde se aprecian los problemas de caracterización en mi opinión. Richie (Bill Hader) y Eddie (James Ransone) son, en la precuela, dos preadolescentes particulares que invitan a reírse, lo que cabe esperar de dos frikis que encajan en un grupo de pardillos clásico en los institutos estadounidenses de ficción. No obstante, es inconcebible que en la etapa adulta sigan presentando un comportamiento tan sumamente infantil e inapropiado para el contexto. Han presenciado la muerte que arrastra tras de sí un monstruo de pesadilla, lo cual les atormentará para el resto de sus días; cómo puede dar la sensación de que siguen siendo niños en el cuerpo de un adulto. ¿Estoy viendo una comedia? ¿Un chiste puntual? ¿Se supone que la calificación por edades es de 18 años? Demasiadas preguntas para un asunto que ni siquiera tendría que ser objeto de análisis.

Con todo, It Capítulo 2 tiene un ritmo bien medido, escenas perfectamente realizadas y un derroche de episodios grotescos que, aún siendo recortables en 45 minutos sin parpadear, dejan un buen sabor de boca al aparecer los títulos de crédito. El cetro dorado de la actuación se lo lleva, sin duda alguna, Bill Skarsgård: siniestro, tremendamente expresivo y poniendo a Pennywise al nivel de leyendas del género como Freddy Krueger.

En conclusión, eran tan evitables las lacras que termina por presentar el filme que, tras la intensa secuencia final, no queda más opción que obviarlas y admitir que es uno de los mejores remakes de los últimos años aun sin ser perfecto. It sigue flotando.

Lo mejor:
* Bill Skarsgård como Pennywise, brillante.
* Determinadas escenas que sacan lo mejor del gore y lo desagradable en general.
* El enfrentamiento final hace justicia a la historia que se trata de contar.

Lo peor:
* Los guiones (que no las actuaciones) de determinados personajes se sienten fuera de sitio, como si procedieran de otra película menos cruda.
* Un “Deus ex machina” exagerado para tratar de exponer los orígenes de “Eso”.
* No está escrito que una película tenga que quedar cerca de las 3 horas por obligación y Hollywood necesita darse cuenta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Suintila
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