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España España · madrid
Críticas de pela
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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
4
5 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con este título y con el buen plano secuencia, al más puro estilo Berlanga, que arranca la película, uno podría esperar una parodia o comedia ácida sobre las relaciones familiares en este país nuestro tan católico y tan devoto de la familia. Pero nada más lejos de la realidad ni de las intenciones de su director guionista que hacer esto, enseguida te das cuenta que lo que vas a ver se escapa de cualquier intento de trazar paralelismos entre los personajes de esta familia y cualquier tipo de familia que se te pueda ocurrir, no hay intención de construir un relato que se pueda extrapolar como crítica o sátira de la familia española, solo la historia de una familia creada en la mente de Daniel Sánchez Arévalo, una familia que carece de cualquier tipo de credibilidad y por tanto no puede tener ninguna referencia social. Creo que este enfoque, esta idea de crear una familia imposible de la nada, no tiene precedentes en el cine español y es, por tanto, bastante original, aunque está libertad creativa parece que se le vaya al autor de las manos y, sobre todo el metraje, flote una sensación de arbitrariedad e incoherencia que unido a un estilo cinematográfico que raya el libertinaje y por momentos con querencia por lo kistch y lo poligonero hacen que la película pierda fuerza y enganche emocional. Rozando la vergüenza ajena son las escenas del pasillo de la boda ( copia de un ¡anuncio de cerveza! ), algunos encuadres de los hermanos que parecen hechos por un alumno de primer año de cinematografía o, algunos de los diálogos de los adolescentes protagonistas, que de tan preocupado que está el guionista/director de querer imitar el habla de los jóvenes se convierten en caricaturas lingüísticas grotescas. Todos estos patinazos conviven con algunos aciertos: el comienzo berlanguiano extensible a la aparición del hermano interpretado por quim gutierrez, algunas escenas del triángulo amoroso protagonizado por dos de los hermanos y Verónica Echenegui que recuerdan al tono duro e intenso de azuloscurocasinegro y la buena dirección de actores que se ve en algún caso, como el de la hermana melliza bien interpretada por Sandra Martín. Hay una escena que define bien esta especie de confrontación entre buen cine y estilo hortera: la escena de la playa del trío de adolescentes contiene unas buenas elipses, con sentido y muy aclaratorias, dentro de unas imágenes ñoñas, propias de un videoclip para adolescentes extrahormonados. Así va transcurriendo la película, manteniéndose en el alambre, siempre al borde del sonrojo pero con un buen pulso narrativo que hace que la película no te resulte aburrida. Y entonces llegamos al desenlace, al grandísimamente original desenlace. Original y también imposible y ridículo. Un final que, acompañado por el tono dramático que le da Daniel Sánchez Arévalo, hace caer a la historia en lo estrambótico y risible dada que la imposibilidad biológica y sentimental del mismo confieren al personaje clave de la madre ausente la calidad artística de los chistes soezes sobre matrimonios y cuernos tan propios de nuestro país. Cualquier espectador con un poquito de profundidad analítica se dará cuenta de que el desenlace es caprichoso y de una superficialidad irritante. La mala noticia referente a esta película es que está muy lejos de ser la mejor de Daniel Sánchez Arévalo, la buena es que también intuimos que vamos a ver películas suyas mucho mejor que esta.
pela
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8
26 de diciembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es divertido hacer un ejercicio de comparaciones entre las distintas películas de un mismo director cuando este tiene una carrera tan larga, prolija y brillante como Woody Allen. Las comparaciones que me saltan a la cabeza con Blue Jasmine tienen todas como eje central al personaje encarnado por Cate Blanchett, que es el protagonista casi absoluto de la película. Este personaje, Jasmine, está emparentado con un tipo de personaje femenino muy utilizado por Woody Allen, “la pija neoyorkina”. Los ejemplos son tan numerosos que sería imposible citarlos todos pero yo me quedo con dos que me han venido a la cabeza, Alice y Melinda. De hecho se puede cometer la osadía, que la voy a cometer, de querer ver una evolución de la mirada hacia este tipo de mujer ( o debería decir estereotipo ). En Alice tenemos a una mujer desnortada en plena crisis vital pero con todas las posibilidades de redención abiertas, la mirada de Woody Allen hacia ella es una mirada con fe en la trasformación de alguien que se ha equivocado buscando la felicidad en el sitio inadecuado. En Melinda, y me estoy refiriendo a la Melinda trágica, la crisis ya le ha estallado en las narices y no hay posibilidad de redención, pero hay algo de destino inmerecido en todo lo que le pasa que hace que el espectador se identifique con ella. Con Jasmine parece que la mirada de Woody Allen se ha vuelto más severa, no hay asideros emocionales para el espectador y todo en ella genera rechazo y reprobación. No hay ningún personaje en esta película que nos permita sentir empatía, lo cual, dificulta la generación de emociones. Creo que ese es el problema que ha tenido la película, que no ha provocado una gran aceptación en el público, ni siquiera en muchos componentes de la nutrida legión de fervientes admiradores del genio de New York. Pero creo que todos ellos se equivocan y que Blue Jasmine es una muy buena película. A través de la poderosa interpretación de Cate Blanchett asistimos al derrumbamiento de un mundo lleno de riquezas, ostentación y mentiras, un mundo que está empezando a mostrar todos los días en los periódicos su lado oscuro, su insoportable inmoralidad y que es puesto patas arriba en la película de Allen con un estilo que se mueve entre la tragedia clásica y la parodia corrosiva. Nuestra anti heroína despierta rechazo y piedad a partes iguales y toda la galería de personajes que la secundan nos provocan sentimientos parecidos, parece que en esta historia los personajes se mueven entre la imbecilidad y el llanto. Incluso a la hora de parodiar a la clase baja americana, Woody Allen se muestra despiadado y no queda ni rastro de personajes como los que creó para Granujas de medio pelo. Esta mala uva puede servir para abrir una excesiva distancia entre el espectador y la historia, pero esto no ocurre. Estilísticamente es una película brillante, lejana a los experimentos de cámaras en movimiento o planos fijos dentro de las casas que han caracterizado alguna de sus películas anteriores, la mano del director permanece prácticamente oculta a lo largo del film y solo algunas licencias en la fotografía nos recuerdan que hay un director detrás de la historia. Narrativamente se percibe el magisterio de Woody Allen haciendo avanzar dos historias temporalmente separadas a través de flasbacks perfectamente integrados, unos flashbacks que harán que el personaje de Jasmine vaya creciendo ante nosotros y que irán dando una nueva dimensión a la historia que ocurre en tiempo presente. El estallido trágico final no nos deja indiferentes, comprendemos que detrás de la miseria de la corrupción económica hay seres humanos cuyas motivaciones no son distintas de las de cualquiera de nosotros.
pela
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10
26 de febrero de 2009
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muy pocos directores que consiguen que su obra oscile entre las buenas películas y las obras maestras, y en los tiempos que corren se pueden contar con los dedos de una mano. Uno de esos directores es Sam Mendes que en su adaptación de la novela de Peter Yates, Revolutionary Road, consigue adentrarnos en las silenciosas y dolorosas derrotas que se esconden tras las fachadas de esas hermosas casas color pastel que pueblan los tranquilos barrios de la clase media norteamericana. Al contrario que en Amerian Beauty, aquí sus armas no son la ironía y la tradición más ácida del humor anglosajón si no una dirección precisa que envuelve y secunda a los verdaderos protagonistas de la historia, esa pareja de americanos guapos, populares, ejemplares pero que tienen dentro de si un germen que finalmente les llevará a la autodestrucción: el ansía de ser diferentes. El valor, la fuerza, la sabiduría que requiere el ser diferente no está al alcance de cualquiera y en una sociedad, la de la américa de la posguerra, repugnantemente machista, ese valor y esa fuerza no pueden ser mantenidos por el más favorecido en el reparto de roles vitales, el varón, y su cobardía es el detonante de los acontecimientos que de una manera brutal ponen de manifiesto la fragilidad de aquellos cimientos que la clase media considera más sólidos. Kate Winslet está soberbia en la interpretación del personaje central, trasmitiendo credibilidad y ternura, y Leonardo di Caprio le da una réplica emotiva y repleta de matices, y consiguen que nos acordemos sólo después de salir de la sala de toda la inmensa riqueza que contiene la historia, y estemos durante las dos horas que dura la película, hipnotizados por la presencia de esos dos seres humanos a los cuales les están sucediendo cosas muy cercanas a cualquier espectador que verdaderamente quiera admitirlo. La dirección de Sam Mendes tiene la atmósfera y el color de la obra pictórica de Edward Hopper, y la desesperación, la soledad y el hastío que trasmiten los personajes de Hopper tienen una magnifica continuidad en todos los habitantes de esa perfecta hasta lo sórdido Revolutionary Road. Viendo esta película me viene a la mente el recuerdo del gran Douglas Sirk, que ya trazó, con un pincel menos desgarrador y más soterrado, las sombras que habitaban en la clase media-alta norteamericana de mediados de siglo XX. Películas como Imitation of life y all that heaven allows no pudieron llegar tan lejos como esta, eran otros tiempos, pero la imposibilidad de una vida plena y feliz en la encorseta vida burguesa americana late en ellas como late la rebelión que, ante su embrutecedor destino, lleva a April a cometer su terrible y revolucionario acto final.
pela
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9
7 de enero de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un ejercicio didáctico para comprender la importancia del montaje cinematográfico Hitchcock nos ponía un sencillo ejemplo, mostraba un plano suyo son una ligera sonrisa y tras ese plano se montaban dos distintos: primero uno de un bebé y luego, tras mostrar el plano de Hitchcock de nuevo, se mostraba un plano de una adolescente en bikini. Evidentemente en el primer ejemplo la sensación que trasmitía Hitchcock era bondadosa y afable y en el segundo caso, un viejo verde. El primer plano de la sonrisa era el mismo pero el montaje lo convertía en algo totalmente distinto en cada caso. Esta poderosa demostración incluye una segunda lectura y es ¿Dónde queda entonces la importancia de la interpretación en el arte cinematográfico?. Hitchcock nos dio su respuesta en una de sus más célebres frases: “ los actores son ganado”. Pues bien, en esta hermosa y durísima película tenemos dos ejemplos de lo equivocado de este razonamiento y como dos grandes actores pueden trasmitir los más complejos y profundos sentimientos si tienen un director que les ponga en bandeja la oportunidad de hacerlo. Tanto Michael Fassbender como Chiwetel Ejiofor nos regalan una actuación profunda y sincera, que estalla en el último tramo de la película desnudando la podredumbre de la esclavitud, su miseria, como destroza la vida de los esclavos pero también como hunde en el desconcierto y la desesperación a los esclavistas. Y eso es lo verdaderamente emocionante de esta película que es capaz de bucear dentro de las tinieblas que supuso la esclavitud y no solo quedarse en la evidente injusticia de esta. Por un lado tenemos una recreación detallada, casi minuciosa, de lo que suponía ser esclavo, de como se les despojaba de su humanidad, de la violencia que sufrían y, por otro lado, asistimos al viaje a los infiernos de un hombre libre al que la esclavitud le roba todo y que nos dibuja el horror más profundo que puede sentir un hombre: la imposibilidad de estar con aquellas personas que amas, la terrible sensación que es tener que sentirte traidor para recuperar la libertad, saber que no estás haciendo nada malo pero que el dolor y la vergüenza no te dejen echar la mirada hacia atrás. Y del lado de los esclavistas hay profundidad también en la ciénaga moral que vislumbramos tras el rostro de Fassbender y de otros personajes y comprendemos que ninguna ley puede protegernos del destrozo moral que supone negar la condición humana a un semejante. La dirección de Steve McQueen es deslumbrante y utiliza sabiamente un lenguaje cinematográfico comedido para profundizar en el horror vivido por Solomon Northup y el resto de esclavos. Lo mismo asistimos a un plano fijo que sabe mezclar la angustia de un ahorcamiento con la crueldad de la indiferencia, como asistimos a la violencia más inhumana filmada con respeto y sin ningún efectismo. La puesta en escena es sobria y precisa, incluso cuando McQueen se permite alguna licencia con la fotografía esta funciona perfectamente, arropando la escena sin atisbo alguno de pretenciosidad. Mostrar que la esclavitud fue algo detestable es muy fácil de conseguir, pero 12 años de esclavitud va más allá, logra que comprendas que fue algo tan cruel que destrozaba el alma de todas aquellas personas que la padecían o infligían y la hace tan cercana que entendemos que, aunque sucedió hace 150 años, su negrura moral infecta todavía la conciencia de EEUU.
pela
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9
26 de diciembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada nuevo en la historia que cuenta Drive, la historia del hombre duro que encuentra la redención a una vida llena de violencia a través del amor que siente por una mujer se ha contado innumerables veces en el cine. Y si a esta relación le unimos la presencia de un niño completando la trama sentimental, el asunto tiene aires de dejavú. Por tanto ¿Qué se puede esperar de una nueva película sobre un asunto tan manoseado y que en otros tiempos dio obras maestras de la talla de raíces profundas ( Shane )? A priori no mucho pero la capacidad del cine de reinventarse y emocionar es infinita. Su capacidad de sugerencia no tiene límites cuando hay un excelente guión dirigido por un buen director. Este es el caso de drive. La manera que tiene de contarse e ir creciendo esta emocionante historia de amor es deslumbrante, el uso de la elipsis, de los silencios y las miradas construye el entramado de sentimientos que catalizarán toda la explosión de emociones y violencia y que desembocarán en una catarsis con auténtico aroma de castigo y redención. Toda la maravillosa cadencia de imágenes precisas está contrapunteada por unos diálogos certeros, que sugieren más que cuentan y permiten al espectador la gozosa tarea de imaginar como ha sido la vida de estos seres heridos y bucear en su turbulenta vida interior. La cámara de Nicolas Winding Refn nos lleva a través de las calles de los ángeles cabalgando con este nuevo shane, sintiendo su furia, su gélida eficiencia de profesional del crimen, su indomable violencia pero también su ternura infantil, sus ansias de amar, sus esperanzas imposibles. No hay salvación dentro de la violencia, y él no sabe renunciar a ella. Winding Refn se muestra muy hábil a la hora de rodar las escenas de acción que tiene la película pero es aún mejor en el manejo del lenguaje cinematográfico, en el uso de la música, en los montajes no lineales que trasmiten la sensación de destino inevitable y no por más trágico menos deseado. Todos los actores están perfectos en sus papeles, desde esos dos gánster temibles pero muy humanos que encarnan Ron Perlman y Albert Brooks, a la pareja protagonista encarnada por Ryan Gosling y Carey Mulligan que a pesar de intuirse su no muy amplio registro interpretativo dotan a sus actuaciones de vida y veracidad. No recuerdo en los últimos tiempos un casting tan acertado como este. El poso que te deja el final de esta gran película es el mismo que te deja raíces profundas, y aunque este héroe, como el mítico Shane interpretado por Alan Ladd, termina cabalgando solo, expulsado del paraíso terrenal que supone el amor de una familia, no dejas de intuir que por primera vez en su vida ha sido plenamente feliz
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pela
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